El unicornio y la tortuga sabia

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El unicornio y la tortuga sabia
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El unicornio y la tortuga sabia. Érase una vez un hermoso unicornio llamado Arcoíris que vivía en un prado mágico rodeado de flores y de árboles frondosos. Arcoíris era un unicornio muy especial, tenía un pelaje suave y brillante que parecía de oro y unos ojos grandes y expresivos que reflejaban la pureza de su corazón.

Un día, mientras Arcoíris pastaba tranquilamente en el prado, se encontró con una tortuga muy sabia llamada Sabiduría. Sabiduría era una anciana tortuga que sabía mucho sobre la vida y contaba historias fascinantes sobre sus aventuras.

Arcoíris quedó fascinado por la sabiduría de la tortuga y decidió preguntarle cómo podía hacer para convertirse en un unicornio aún más especial. Sabiduría sonrió con ternura y le dijo: “Arcoíris, para ser especial no necesitas hacer nada, ya eres un ser maravilloso tal y como eres. Lo más importante es ser fiel a ti mismo”.

Arcoíris sintió que las palabras de la tortuga resonaban en su corazón, pero aun así sentía curiosidad sobre cómo podría mejorar su vida. Sabiduría le dijo que la clave para ser feliz era seguir su corazón y buscar la felicidad en las cosas simples de la vida.

A partir de ese momento, Arcoíris puso en práctica los consejos de Sabiduría y empezó a disfrutar de cada minuto que pasaba en el prado. Se pasaba las horas corriendo por el pasto, explorando el bosque y disfrutando del canto de los pájaros.

Un día, mientras exploraba el bosque, Arcoíris encontró a un conejito joven que había perdido a su madre. El conejito estaba asustado y solo y Arcoíris decidió ayudarlo. Lo protegió de los peligros del bosque y lo alimentó hasta que encontraron a su madre.

El conejito agradeció a Arcoíris su ayuda y le dijo que era muy especial por cuidarlo. Arcoíris se sintió muy feliz de haber ayudado al pequeño y desde ese día, se convirtió en el protector de los animales del bosque.

Los días pasaban y Arcoíris se sentía cada vez más feliz con su vida. Había descubierto que ser especial no era tener poderes mágicos, sino hacer cosas buenas por los demás. Además, había aprendido que la felicidad era algo que estaba al alcance de todos y que solo dependía de la actitud que tomáramos ante la vida.

Un día, mientras meditaba en el prado, Sabiduría se acercó a él y le dijo que había una tarea importante que debía cumplir. Arcoíris estaba intrigado por lo que la anciana tortuga le estaba pidiendo y preguntó de qué se trataba.

Sabiduría le explicó que había una fuente mágica en lo profundo del bosque que estaba en peligro. La fuente era la fuente de la vida y si se secaba, todo el prado se marchitaría y los animales del bosque sufrirían. Sabiduría le dijo que él había sido elegido para ir a la fuente y salvarla.

Arcoíris se sintió abrumado por la tarea que se le había encomendado, pero no dudó en aceptarla. Sabía que debía hacer todo lo posible para salvar la fuente y salvar el prado mágico.

Así que, partió al bosque en busca de la fuente mágica. El camino era largo y peligroso, pero Arcoíris estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Caminó durante días hasta que finalmente llegó a la fuente.

La fuente estaba custodiada por un dragón que ardía en llamas. El dragón tenía la misión de proteger la fuente y no permitir que ningún ser maligno se acercara. Arcoíris sabía que debía lidiar con el dragón para poder acercarse a la fuente.

Así que empapó su cuerno en el agua de la fuente, lo que lo volvió aún más brillante y mágico. Cuando se acercó al dragón, este quedó sorprendido por la belleza de Arcoíris. Arcoíris le habló con dulzura y le dijo que no quería dañar la fuente, sino revivirla. El dragón lo escuchó y finalmente le permitió acercarse a la fuente.

Arcoíris empapó cuidadosamente su cuerno en la fuente y lo agitó. El agua comenzó a brillar con la luz más hermosa que había visto el bosque y poco a poco la fuente comenzó a revivir. Las hojas de los árboles comenzaron a brillar y se escuchó un canto melodioso en todo el prado.

El trabajo de Arcoíris había sido exitoso. Había salvado la fuente mágica y el prado había recuperado su vitalidad. Los animales del bosque se acercaron para agradecerle y desde ese día, Arcoíris se convirtió en el protector de la fuente.

Cuando regresó al prado, Sabiduría lo recibió con una gran sonrisa. Había esperado con ansias su regreso para saber que había sucedido con la fuente mágica.

Arcoíris le contó emocionado todo lo que había sucedido y cómo había salvado la fuente. Sabiduría le agradeció profundamente y le dijo que había demostrado toda su fuerza y su valentía. Arcoíris se sintió feliz por haber cumplido con su misión y por haber demostrado ser un ser especial.

Desde ese día, Arcoíris se convirtió en un héroe del prado mágico y de los animales del bosque. Pero sobre todo, se convirtió en un ser aún más especial al haber aprendido que la fuerza más grande de todas, es la fuerza del amor y la bondad en su corazón.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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