El unicornio y la nieve. Érase una vez, en un bosque encantado, vivía un hermoso unicornio llamado Luna. Era de un blanco diamantino y tenía un cuerno dorado en su frente. Luna era muy pacífica y amaba contemplar la naturaleza que la rodeaba. Sin embargo, un día las cosas cambiaron en el bosque.
El invierno llegó y trajo consigo una intensa nevada que cubrió todo el bosque. Luna se sintió un poco triste al ver que su hogar había perdido su colorido y se había vuelto blanco. Pero pronto se percató de algo extraño, el resto de los animales del bosque estaban en conflicto.
Cada uno de ellos tenía planes distintos para enfrentar la nieve. Los pájaros se juntaban en grandes bandadas para no soportar el frío solos, mientras que las ardillas recolectaban toda la nuez que encontraban y la almacenaban. Los zorros habían construido madrigueras para protegerse del frío y las liebres se escondían en madrigueras ya construidas. Luna veía que cada animal estaba luchando por su cuenta, por lo que decidió hacer algo.
Comenzó a caminar por el bosque buscando a sus amigos, pero no los encontraba. Hasta que finalmente, después de varios intentos, llegó a la cueva donde vivían las moles. Ellas estaban muy atareadas construyendo, cavando, y limpiando sus túneles. Luna se acercó y les preguntó si era posible que le ayudaran a unir a todos los animales del bosque en una sola estrategia para enfrentar la nieve.
Las moles aceptaron ayudar y comenzaron a cavar túneles debajo de la nieve para llegar a donde estaban los distintos animales. Pronto, Luna y las moles pudieron llevar un mensaje de unión y estrategia a cada uno de ellos.
Los pájaros fueron los mensajeros aéreos, que servían para transportar el alimento a las distintas especies del bosque. Las ardillas compartieron su alimento con las liebres y los zorros, quienes comenzaban a salir de sus madrigueras para conocer al resto del bosque en una experiencia sin precedentes.
Poco a poco, Luna logró unir a todos los animales en una sola misión: sobrevivir al invierno. Y para ello, debían trabajar juntos. Luna se convirtió en la guía de todos ellos y gracias a su sabiduría, todos aprendieron de la importancia de trabajar en equipo. La nieve no fue un obstáculo para ellos, sino un reto que, cada vez que lo superaban, lograban una gran satisfacción juntos.
El invierno había dejado de ser triste para Luna, ya que, a pesar de las adversidades, consiguió unir a toda la comunidad animal del bosque, que no sólo sobrevivió al invierno, sino que logró aprender algo muy valioso: la importancia de trabajar en equipo, de la solidaridad y la unión.
Así, cuando el invierno llegó a su fin y la nieve comenzó a derretirse, todos los animales se reunieron alrededor de Luna para agradecerle su guía y enseñanza. Habían aprendido la importancia de unirse en tiempos difíciles, y Luna se sintió orgullosa de ellos.
Desde entonces, Luna sigue recorriendo el bosque y aprendiendo del resto de animales. Pero su mayor enseñanza sigue siendo la que les provocó la nieve: que juntos, siempre se llega más lejos.