El unicornio y el lobo solitario

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El unicornio y el lobo solitario
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El unicornio y el lobo solitario. Érase una vez un unicornio de color blanco, que vivía en un hermoso prado repleto de flores de todos los colores y tamaños. El unicornio era un ser mágico, lleno de gracia y elegancia, con un cuerno dorado en su cabeza que desprendía un resplandor hermoso. No obstante, el unicornio se sentía solo en aquel prado, pues no había nadie con quien compartir su existencia. Una tarde, mientras caminaba por el prado, vio a lo lejos un lobo solitario que parecía estar herido.

Sin dudarlo, el unicornio corrió hacia el lobo y descubrió a su lado un lazo que lo tenía atrapado entre unas ramas. El unicornio no sabía cómo acercarse al animal sin ser lastimado por su ladrido o morder, pues siempre había oído que los lobos eran feroces y peligrosos. No obstante, su corazón le decía que debía ayudarlo, así que decidió acercarse lentamente para cortar aquel lazo.

Después de lograrlo, el lobo soltó un aullido de satisfacción y el unicornio se sintió feliz al ver que lo había salvado. A partir de ese momento, el lobo solitario y el unicornio se convirtieron en amigos inseparables y pasaron muchas tardes juntos, deleitándose con la belleza del prado y la tranquilidad de la naturaleza.

Un día, mientras caminaban por el prado, los amigos encontraron un misterioso castillo en medio de una montaña. El castillo estaba rodeado de un bosque oscuro y mágico, y el unicornio y el lobo solitario tenían curiosidad por saber quién vivía allí y qué secretos guardaba el castillo.

Decididos a explorar, el lobo y el unicornio avanzaron en dirección al castillo. Sin embargo, pronto descubrieron que algo extraño estaba ocurriendo allí, pues las ventanas estaban siempre cerradas y no había rastro de vida en su interior. A medida que se adentraban en el bosque, los amigos se dieron cuenta de que algo oscuro estaba sucediendo en el castillo; y una tristeza profunda invadió sus corazones.

Fue entonces cuando, de repente, un demonio apareció frente a ellos. El demonio era oscuro, con cuernos afilados y garras igualmente peligrosas. El demonio les habló de un hechizo mágico que había caído sobre el castillo, el cual había convertido a su dueña en una criatura demoníaca y malvada que buscaba destruir todo lo bueno y puro del mundo.

El unicornio y el lobo solitario entendieron que era hora de tomar medidas drásticas. Decididos a salvar a la dueña del castillo y liberarla del hechizo, los amigos se adentraron en el castillo y se enfrentaron al demonio desafiante. Durante un combate feroz, ambos amigos comprendieron que juntos eran más fuertes que antes (y que si se unían de manera inteligente, podrían derribar al demonio de una vez por todas).

Finalmente, tras una lucha que parecía interminable, lograron vencer al demonio y destruir el hechizo. Al hacerlo, la dueña del castillo volvió a su forma humana y agradeció a los amigos por haberle salvado la vida. Con lágrimas en los ojos, ella les prometió que no volvería a hacer magia negra, y les regaló un cristal que contenía la luz mágica del prado.

Desde entonces, el unicornio y el lobo solitario se convirtieron en los guardianes del prado y sus alrededores, y se aseguraron de que nada malo volviera a suceder allí. Los amigos comprendieron que, aunque eran seres diferentes, juntos podían hacer grandes cosas y poner su granito de arena en la vida de aquellos que los rodean.

Con el tiempo, los amigos se dieron cuenta de que cada vez se llevaban mejor, pues entre ellos había surgido una gran amistad. Ninguno recordaba ya cómo había empezado, pero ambos estaban dispuestos a cuidar el uno del otro por siempre. Así, con la luz mágica del prado en sus corazones, el unicornio y el lobo solitario siguieron cuidando del prado y de quienes lo habitaban. De esta forma, se convirtieron en dos guardianes inquebrantables y unidos que, aunque eran distintos, encontraron una forma única de compartir el mundo que los rodeaba.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El unicornio y el lobo solitario
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