El unicornio y el hada madrina. Érase una vez, en un bosque encantado, en el que los árboles hablaban y las flores cantaban, vivía un unicornio llamado Olimpo. Olimpo era el más hermoso y veloz de todos los unicornios del bosque, y su principal preocupación era la de preservar la paz y la armonía en todo aquel lugar.
Un día, mientras Olimpo recorría su territorio, vio a lo lejos una pequeña hada madrina que parecía estar perdida e indefensa. Olimpo se acercó a ella y, sin dudarlo ni un momento, le ofreció su ayuda.
La hada se presentó como Hada del Bosque, y le explicó a Olimpo que otro hada malvada había invadido el bosque y estaba causando estragos por todas partes. Hada del Bosque había sido la encargada de proteger el bosque de cualquier amenaza, pero se había quedado sin poderes mágicos debido a una batalla anterior.
Olimpo decidió ayudar a Hada del Bosque a recuperar sus poderes para poder así derrotar a la hada malvada que estaba causando tanto daño. Juntos, emprendieron un viaje hacia las montañas más altas del bosque, donde se encontraba una poderosa fuente de energía mágica que podría ayudar a Hada del Bosque a recuperar sus poderes.
Tras varias horas de camino, finalmente llegaron a la fuente de energía. Olimpo se acercó y bebió del agua mágica, y de repente, una luz brillante lo envolvió por completo. Cuando la luz desapareció, Olimpo se dio cuenta de que había adquirido nuevos poderes mágicos. Hada del Bosque también se acercó a la fuente y bebió del agua mágica, recuperando sus poderes perdidos.
Ambos regresaron al bosque con más fuerza que nunca, y con la ayuda de los animales del bosque, reunieron un ejército para enfrentarse a la hada malvada. La lucha fue dura y no fue hasta que Olimpo utilizó todo su poder mágico para lanzar un rayo de luz que finalmente derrotó a la hada malvada.
La paz volvió al bosque encantado, y todos los animales celebraron la victoria junto a Olimpo y Hada del Bosque. Desde entonces, la amistad entre el unicornio y el hada fue inquebrantable, y juntos preservaron la magia y la armonía del bosque por siempre.
II.
Érase una vez, en un bosque mágico, donde las estrellas brillaban de día y las luciérnagas iluminaban la noche, vivía un unicornio llamado Rayo. A Rayo le encantaba recorrer el bosque y jugar con todos los animales que allí vivían. Pero un día, mientras paseaba por el río que atravesaba el bosque, Rayo encontró a un pequeño ratón que estaba atrapado en una rama.
Sin pensarlo dos veces, Rayo decidió ayudar al ratón y con su largo cuerno consiguió liberarlo. El ratón, muy agradecido, quiso corresponder a Rayo con algo, pero Rayo le dijo que no hacía falta ningún pago.
Desde aquel día, el ratón se convirtió en el mejor amigo de Rayo, y juntos recorrían todo el bosque. Incluso, en alguna ocasión, el ratón ayudó a Rayo a encontrar el camino correcto cuando se había perdido.
Un día, el bosque encantado se vio amenazado por la aparición de un grupo de criaturas malvadas que querían destruir todo a su paso. Rayo y su amigo ratón se dieron cuenta de que debían actuar rápidamente para frenar la amenaza.
Rayo convocó a todos los animales del bosque y, juntos, crearon un plan para proteger el bosque y expulsar a las criaturas malvadas. Con sus poderes mágicos, Rayo guió al ejército de animales hacia la batalla.
La lucha fue intensa, pero gracias a la valentía y perseverancia de Rayo y sus amigos animales, lograron vencer a las criaturas malvadas y expulsarlas del bosque encantado.
En señal de agradecimiento por su valentía, el hada madrina del bosque otorgó a Rayo el poder de una fuente mágica, que le permitía sanar cualquier criatura del bosque con solo tocar su cuerno. Desde aquel día, Rayo se convirtió en el protector y sanador de todas las criaturas del bosque encantado, y su amistad con el ratón se hizo aún más fuerte.
El bosque volvió a ser un lugar lleno de paz y armonía, donde Rayo y el ratón continuaron jugando y riendo juntos, protegiendo a todos los animales del bosque encantado y manteniendo la magia que lo hacía tan especial.