El unicornio y el erizo amistoso

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El unicornio y el erizo amistoso
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El unicornio y el erizo amistoso. Érase una vez, en un bosque mágico y encantado, un unicornio llamado Arcoíris que siempre andaba solo y triste. A pesar de que todos los animales del bosque querían hacerle compañía, el unicornio no confiaba en nadie y prefería estar solo. Pero un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con un pequeño erizo que se acercó a él con una sonrisa amistosa.

– Hola, Arcoíris -dijo el erizo-. ¿Estás bien?

El unicornio miró al erizo y se sorprendió de su amabilidad. Nadie antes se había acercado a él de esa forma.

– Sí, estoy bien -respondió Arcoíris, y por primera vez en su vida, sonrió.

Desde ese día, el unicornio y el erizo se hicieron buenos amigos. El erizo, que se llamaba Púa, siempre era muy amable y divertido, y Arcoíris aprendió a confiar en él. Juntos paseaban por el bosque, correteaban y comían frutas y setas.

Pero un día, mientras jugaban, un león hambriento se acercó a ellos. Arcoíris, que era un unicornio muy valiente, enfrentó al león para proteger a su amigo erizo. El león intentó atacar al unicornio con sus afiladas garras, pero Arcoíris era muy rápido y lo esquivó con habilidad. Púa, por su parte, rodó y se metió bajo una pequeña piedra para protegerse.

El león, furioso, intentó atacar de nuevo, pero esta vez el erizo, que no era tan rápido como Arcoíris, no tuvo tiempo de esconderse. Fue entonces cuando el unicornio, muy astuto, se acercó rápidamente y con su cuerno mágico logró alejar al león.

Los dos amigos se miraron y se abrazaron muy emocionados por haberse salvado el uno al otro. Desde ese día, Arcoíris y Púa se volvieron inseparables y siempre estuvieron juntos en el bosque.

Érase una vez, en una pradera llena de hermosas flores y animales exóticos, un erizo llamado Tacho que siempre se encontraba solo y aburrido. A pesar de que existían ciertos animales que deseaban hacerle compañía, el erizo tenía miedo de acercarse a ellos. Pero un día, mientras exploraba la pradera, se topó con una hermosa mariposa de colores vibrantes que se acercó a él.

– Hola, Tacho -dijo la mariposa-. ¿Te encuentras bien?

El erizo miró a la mariposa y se sintió sorprendido por su amistad. Nadie antes se había acercado a él con esa misma intención.

– Sí, estoy bien -respondió Tacho, y por primera vez en su vida, sonrió.

Desde ese día, el erizo y la mariposa se hicieron buenos amigos. La mariposa, que se llamaba Arcoíris, siempre era muy amable y divertida, y Tacho aprendió a confiar en ella. Juntos paseaban por la pradera, se movían y se deleitaban con las flores que veían.

Pero un día, mientras paseaban, una serpiente peligrosa se acercó directamente hacia ellos. Tacho, que era un erizo muy astuto, impidió que la serpiente mordiera a su amigo y escaparon corriendo. Arcoíris, por su parte, voló muy alto para evitar ser atacada por la serpiente.

En el bosque se escuchaba el sonido del llanto del erizo luego de haberse escapado de la serpiente. Pero, para alivio del erizo, la mariposa logró calmarlo y hacerlo sentir seguro y feliz.

Desde entonces, Tacho y Arcoíris eran inseparables y siempre estaban juntos en la pradera.

Érase una vez, en una cueva oscura y solitaria, un murciélago llamado Fénix que se encontraba solo y desolado. A pesar de que todos los demás murciélagos querían involucrarse con él, Fénix tenía miedo de acercarse a ellos debido a su timidez. Pero un día, mientras buscaba comida, se encontró con otro murciélago simpático que se le acercó.

– Hola, Fénix -dijo el murciélago-. ¿Te sientes bien?

Fénix se sorprendió por la amabilidad del otro murciélago y se sintió muy feliz de tener a alguien con quien hablar.

– Sí, estoy bien -respondió Fénix con una sonrisa.

Desde ese día, los dos murciélagos se hicieron buenos amigos. El murciélago, que se llamaba Max, era muy divertido y siempre hacía reír a Fénix, el cual aprendió a confiar en él. Juntos volaban por la cueva, volaban por los estrechos pasadizos y se comían la comida que encontraban.

Pero un día, cuando Fénix se quedó dormido, uno de los murciélagos más grandes apareció y lo atacó. Max, quien al principio no había notado al agresor, de inmediato intervino, alejó al murciélago grandote y protegió a su mejor amigo, el murciélago Fénix.

Los dos murciélagos murieron, pero la amistad entre ellos permaneció en el tiempo, y aquellos murciélagos que tanto quisieron a Fénix, así como todo el mundo del bosque, al conocer la historia, decidieron que nunca estarían solos, siempre estarían juntos y cuidándose mutuamente. La amistad y la solidaridad se hicieron presentes en aquel lugar.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El unicornio y el erizo amistoso
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