El unicornio y el arcoíris

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El unicornio y el arcoíris
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El unicornio y el arcoíris. Érase una vez un hermoso unicornio llamado Luna. Luna vivía en un bosque mágico donde había muchos seres fantasiosos que eran sus amigos. Luna era diferente a los demás unicornios, tenía un pelaje dorado y brillante, y sus ojos eran de un color púrpura intenso. Un día, mientras paseaba por el bosque, Luna vio un arcoíris en el cielo. El arcoíris era tan brillante y hermoso que Luna sintió un fuerte deseo de tocarlo.

Luna buscó una manera de llegar al arcoíris, pero no encontró ninguna. La tristeza se apoderó de ella, y empezó a llorar. Justo en ese momento, apareció su buena amiga, una pequeña hada llamada Isabella. Isabella conocía la tristeza de Luna y, sin pensarlo dos veces, decidió ayudarla a alcanzar el arcoíris.

Isabella tomó la varita mágica que siempre llevaba consigo y con un movimiento de su mano hizo aparecer un puente de luz. Luna se emocionó al ver el puente de luz y, sin dudarlo, lo cruzó corriendo. Al llegar al otro lado, la sorpresa fue grande, ya que no encontró el arcoíris sino un ogro muy malhumorado que se burló de ella.

Luna sintió una gran tristeza al escuchar las burlas del ogro e Isabella intentó consolarla, pero nada funcionaba. Entonces Luna recordó algo que su madre le había contado cuando era pequeña: el secreto de la felicidad estaba dentro de ella misma, y que si buscaba lo suficiente, lo encontraría.

Luna se sentó en el suelo y cerró los ojos. Comenzó a concentrarse en su interior, y de repente sintió una energía cálida y brillante que venía desde su corazón. Abrió los ojos y notó que sus ojos habían cambiado de color a un tono rosado. Una sonrisa de felicidad se dibujó en la cara del unicornio, y sintió que ahora tenía la fuerza suficiente para enfrentar cualquier malhumorado ogro.

Luna miró fijamente al ogro y con una voz firme le dijo que ella era un unicornio valiente, y que nada podría hacerla sentir menos. El ogro se sorprendió al ver que la confianza de Luna no se desvanecía, y decidió dejar de burlarse. El ogro le dio las gracias por ayudarlo a darse cuenta de que su mala actitud no era adecuada, y le propuso a Luna volver juntos al bosque mágico.

Luna aceptó la propuesta del ogro, y mientras caminaban juntos de vuelta al bosque mágico, la luz rosa que salía de su corazón iluminaba todo el camino. Luna se dio cuenta de que lo que hace feliz a uno no son cosas materiales, sino el amor y la confianza que tenemos en nosotros mismos.

Cuando llegaron al bosque, Isabella y todos los amigos de Luna la recibieron con alegría y sorpresa al ver sus ojos rosados. Luna les dijo a sus amigos que había encontrado el secreto de la felicidad, y que lo llevaba en su interior. Les explicó que la felicidad no estaba en tocar el arcoíris, sino en ser feliz con lo que se tiene y sobre todo en quererse a uno mismo tal y como somos.

Desde entonces, Luna se volvió más valiente y segura de sí misma, y sus amigos la amaban aún más. Luna vivió feliz para siempre, y en su corazón guardó siempre el secreto de la felicidad.

La moraleja de esta historia es que la felicidad no depende de las cosas que tengamos, sino de lo que llevamos dentro. Debemos querernos a nosotros mismos tal y como somos y nunca perder la confianza en nuestros sueños y objetivos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El unicornio y el arcoíris
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