El tesoro maldito

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El tesoro maldito
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El tesoro maldito. Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, donde la naturaleza había sido tan generosa que había dejado una gran cantidad de riquezas que muchos buscaban con ansias. Había leyendas que contaban que en lo profundo de la montaña, había un tesoro escondido que había sido protegido por una maldición que nadie había podido resolver.

Muchos aventureros habían perdido sus vidas intentando encontrar ese tesoro maldito. Sin embargo, eso no impidió que una persona decidiera emprender la aventura de encontrarlo. Se trataba de un joven llamado Antonio, quien había heredado el sueño de su padre de encontrar el tesoro perdido.

Antonio había estudiado cada rincón de la montaña y de la leyenda que le había sido contada repitiéndose una y otra vez. Un día, leyendo un documento antiguo, encontró la clave para encontrar el tesoro maldito. Decidió que ya era hora de emprender la aventura que su padre había fallecido sin poder completar.

Preparado y equipado para el viaje, partió rumbo a la montaña prometida donde según la leyenda, el tesoro maldito estaba escondido. Durante semanas caminó sin tregua por los desfiladeros más empinados, sorteando ríos y arroyos que cruzaban su camino. Cada día que pasaba, la esperanza de encontrar el tesoro se hacía más fuerte en su corazón.

Finalmente, llegó al lugar donde la leyenda contaba que debía estar el tesoro maldito. Frente a él, una gran cueva se abría ante sus ojos. Con algo de temor, pero también con una gran expectativa, decidió adentrarse en ella. Conforme iba avanzando, algunos sonidos extraños lo hacían sentir más incierto.

A medida que avanzaba, la temperatura cambiaba permitiéndole sentir el calor que emanaba de la cueva, mientras el miedo lo llenaba. De pronto, Antonio escuchó algo detrás de él, se volteó apuntando con su linterna, pero no había nada. Eso lo hizo dudar más, pero ahí estaba su objetivo, y a pesar de todo, continuó su camino.

Al llegar al fondo de la cueva encontró 3 puertas, lo que le pareció extraño. Decidiendo que quizás la clave para encontrar el tesoro se encontraba detrás de una, decidió abrir la puerta de en medio. Fue entonces cuando apareció una figura oscura que lo atacó sin piedad.

Antonio luchó con todas sus fuerzas contra la figura oscura tratando de hacerla retroceder, pero era inútil, parecía tener más fuerza que él. De repente, la figura se desvaneció. Pero algo había cambiado, Antonio se había dado cuenta de que no estaba solo en la cueva.

Desesperado, decidió abrir la segunda puerta, pero cuando la abrió, una nube de polvo y gas salió de la recámara. Casi sin aire, se movió rápidamente a la tercera puerta, la última. La abrió, y detrás de mil serpientes vio un cofre de madera con cerradura.

Fue constante en su empeño, sacó un soplete y luego de hacer mucho calor, la cerradura cedió abriendo el cofre de madera. Sin embargo, al abrir el cofre, algo terrible sucedió. Un polvo blanco lo cegó por unos segundos, y cuando pudo ver nuevamente, estaba rodeado por la figura oscura que lo había atacado antes.

Sin saber cómo hacerle frente, Antonio se aferró a su arma y comenzó de nuevo la lucha. Pero Todo parecía estar en su contra, el aire se respiraba pesado, el fuego seguía consumiendo la madera de la cueva, y la figura oscura seguía acercándose. Antonio comenzó a sentir que estaba perdiendo la batalla.

De repente, recordó una historia que su padre le contaba para motivarlo en los momentos de desesperación. Era una historia sobre un poderoso guerrero que había enfrentado grandes peligros pero que nunca se rindió. Antonio cerró los ojos por un momento, suspiró profundamente, y se dijo en silencio: «No puedo rendirme ahora, tengo que dar una oportunidad al tesoro maldito».

Fue en ese momento de fortaleza que lo movió a abrir su mochila y sacar el único objeto que tenía en ella. Se trataba de una pequeña linterna que le había dado su padre antes de morir. Al encenderla, una luz muy brillante lo envolvió todo, repeliendo a la figura oscura que se retiró lentamente.

Así Antonio llegó hasta el cofre y encontró el tesoro maldito. Sin embargo, descubrió que su padre había estado en esa cueva antes que él, y había perdido la vida en lucha contra la fuerza oscura que había amenazado su vida.

En ese momento, Antonio decidió que el tesoro debía quedarse allí, sellando la cueva y prometiendo recordar siempre a su padre por la tenacidad y coraje que lo inspiraron a seguir adelante.

De regreso al pueblo, Antonio descubriría que el tesoro que había encontrado realmente estaba dentro de él, ya que había descubierto la fuerza y la sabiduría interior necesarias para superar todos los desafíos que le habían cruzado por el camino. Ahora estaba en paz, sabiendo que su padre se había sentido honrado de que su hijo hubiera completado su sueño, pero también que había encontrado algo mucho más importante de lo que había ido a buscar, algo que nunca iba a poder ser vendido ni comprado, y que siempre llevaría consigo.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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