El tesoro del unicornio oscuro

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El tesoro del unicornio oscuro
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El tesoro del unicornio oscuro. Érase una vez, en un reino lejano de tierras desconocidas, un gran unicornio de color oscuro vagaba por los bosques. Muy pocos se atrevían a acercarse a él, ya que se decía que poseía un gran tesoro que protegía con mucha ferocidad. Pero un día, un joven aventurero llamado Diego decidió emprender un viaje hacia aquel reino para buscar el tesoro del unicornio oscuro.

Después de muchos días de camino, finalmente, Diego llegó al bosque habitado por el unicornio. Aunque tenía miedo, su instinto aventurero era más fuerte y decidió adentrarse en el bosque. Luego de caminar durante horas, encontró al unicornio que se veía extremadamente molesto. Diego no se desanimó y se acercó al animal con cautela, esperando no molestarle.

El unicornio lo recibió con desconfianza, pero Diego mostró que no tenía ninguna intención hostil y se sentó con tranquilidad esperando a que el animal se calmara. Con el paso de los minutos, el unicornio fue perdiendo esa actitud agresiva y se acercó a Diego con curiosidad. Diego temía que algún malentendido lo hiciera huir, por lo que no perdió tiempo y le preguntó al unicornio si sabía algo acerca del tesoro.

El animal lo miró fijamente durante unos segundos sin decir nada y luego se alejó corriendo, dejando a Diego desconcertado. Pero a pesar de todo, no quería dar marcha atrás y decidió seguirlo. Diego corrió detrás de él por un largo tiempo y por fin llegó a un árbol gigante con una enorme cueva.

Allí, vio al unicornio entrar en la cueva. Diego se sintió emocionado y decidió seguirle. La cueva estaba casi en completa oscuridad, pero Diego no se detuvo, iluminando su camino con una antorcha. Al final encontró una gran habitación, en la cual, como se había dicho, estaba el tesoro del unicornio.

El tesoro consistía en grandes cantidades de oro y joyas, pero también había pieles de animales exóticos, artefactos de todos los tamaños y manuscritos antiguos. Diego comprendió que aquel unicornio era un protector de las rarezas del bosque, y no de simples recursos que pudieran ser fácilmente robados. Él se sintió abrumado por la belleza de lo que estaba viendo, pero luego recordó que su verdadero objetivo era encontrar el tesoro que buscaba.

Y fue en un rincón de la habitación donde lo encontró. No era algo visible, sino más bien una antigua leyenda escrita en una tablilla dorada que hablaba sobre un antiguo amuleto mágico capaz de traer prosperidad y buena suerte a quien lo poseyera. Así que él, sabiendo que no quería ser codicioso, acabó llevando esa tablilla en conmemoración de su viaje, pero dejando lo demás en su lugar, como respeto a la labor del unicornio.

De repente escuchó gritos y descubrió que el unicornio oscuro había vuelto, y aún más enfurecido que lo había visto en un principio. Diego estaba atrapado en la cueva y vio que el unicornio había destruido su única forma de salida, colando una roca gigantesca en donde se encontraba la entrada. Sabía que estaba atrapado, pero decidió hacer todo lo posible para explicarle al unicornio que no tenía intención alguna de tomar sus tesoros y que solo quería llevarse la tablilla dorada.

Pero el unicornio no estaba preparado para escuchar ninguna explicación, ya que se sentía traicionado luego de haber brindado a Diego su confianza y permitirle adentrarse en su hogar. El animal comenzó a atacar a Diego, y persistió incluso cuando el joven le imploró que lo perdonara. En un momento, Diego pensó que todo lo que había hecho había sido en vano y que su final estaba cerca.

Pero entonces ocurrió algo extraño: una luz brillante y cegadora comenzó a formarse en el centro de la habitación. Era algo luminoso que rodeaba toda la estancia, y aunque parecía peligroso, logró cegar al unicornio oscuro, deteniendo su ataque. Poco a poco la luz fue disminuyendo, hasta que se estaba a la vista de Diego solamente una criatura muy hermosa, con alas y una pezuñita como las de un unicornio, pero algo más pequeña. Esta criatura resultó ser el hijo del grán unicornio oscuro, y quien había invocado a la luz para proteger a Diego.

El pequeño animal con su gran brillo se paró delante del joven, y luego de comunicarse mentalmente con él, le dijo que su padre no estaba dispuesto a perdonarle y que la única forma de escapar era a través de los túneles que había en la cueva. Le indicó la entrada secreta, y Diego corrió lo más rápido posible hacia allí para escapar.

Luego de pasar por las caídas y escalar todo lo que estaba a su paso, en lo más alto encontró la entrada y salió de la cueva para encontrar un hermoso bosque lleno de vida. Diego caminó hasta que encontró una pequeña aldea, en donde fue muy bien recibido. A partir de entonces, su vida nunca volvió a ser la misma: recordaba con cariño y gratitud lo que encontró y vivió en aquel bosque del unicornio oscuro, y el amuleto que lo acompañaría cada día le recordaba las lecciones aprendidas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El tesoro del unicornio oscuro
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