El tesoro del fantasma del bosque de los susurros

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El tesoro del fantasma del bosque de los susurros
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El tesoro del fantasma del bosque de los susurros. Érase una vez un bosque misterioso llamado «Bosque de los susurros». Se decía que en ese bosque vivía un fantasma que protegía un tesoro muy valioso. Aunque muchos intentaron encontrar el tesoro, nadie jamás volvió a salir del bosque con éxito. Los rumores decían que el fantasma los había atrapado y los había escondido en alguna parte del bosque.

Tres amigos, Pedro, Juan y Ana, estaban fascinados con la leyenda del tesoro del fantasma del bosque de los susurros. A pesar de los comentarios de sus padres, decidieron explorar el bosque para encontrar el tesoro.

Armados con mapas, brújulas, linternas y algunas provisiones, se aventuraron en el bosque. Los árboles eran altos y frondosos, dando sombra a todo lo que podían como si quisieran esconder algo en su interior.

De repente, oyeron un murmullo en la distancia; eran las hojas de los árboles susurrando con el viento. Se dieron cuenta de que el bosque se llamaba así por esos sonidos y se emocionaron de saber que estaban cerca del tesoro.

Pasaron horas caminando, seguidos por el susurro del viento y el canto de los pájaros. Parecía que el bosque estaba vivo, y algo les decía que no estaban solos.

Finalmente, encontraron el lugar donde debería estar el tesoro. Había una pequeña colina con una cueva en la parte superior. Los tres amigos se miraron a los ojos y decidieron que podrían hacer cualquier cosa si estaban juntos.

Subieron con mucho cuidado la colina, entraron en la cueva y encontraron una gran caja de madera, cerrada con una cerradura antigua. Pedro sacó unas herramientas que había traído para el caso de que necesitaran abrirlo. Sin embargo, cuando estuvo todo preparado, antes de abrir la caja, se detuvieron y se dieron cuenta de que podrían estar en peligro.

«¿Y si hay algo peligroso adentro?», dijo Juan

«Tenemos que tener cuidado. Podemos intentar abrirlo, pero tenemos que estar preparados por si algo sale mal» – Ana respondió.

Después de prepararse para lo peor, Pedro abrió la cerradura. Esperaron un tiempo, pero nada parecía salir de la caja excepto un fuerte resplandor dorado.

Una vez que se hubo disipado la luz, los amigos observaron la caja abierta y quedaron asombrados al encontrar el tesoro. Había monedas y joyas preciosas, pero había algo que los dejó sin palabras: un mapa más antiguo que el que ellos llevaron. Parecía ser un mapa del tesoro todavía mayor.

No podían esperar a descubrir lo que el nuevo mapa les revelaría. Sin embargo, en ese momento escucharon un murmullo escalofriante en los alrededores. Lentamente, y con mucho cuidado, se asomaron por la parte de la cueva y vieron dos luces que parecían moverse en la oscuridad. Miraron más de cerca, y descubrieron que era el fantasma del bosque que estaba furioso por su presencia.

Todos estaban asustados, temían por sus vidas y el tesoro que habían encontrado. Pero luego de un momento, Ana se dio cuenta de que el fantasma del bosque se dedicaba a proteger el tesoro.

«Tal vez no nos ataque si devolvemos el tesoro. Le pertenecía a él y debemos respetar eso» – dijo Ana.

Los tres amigos volvieron a la caja, llenaron sus bolsillos con algunas monedas y joyas, cerraron la caja y la dejaron fuera de la cueva. Volvieron a la entrada de la cueva y esperaron.

El fantasma del bosque se acercó a la caja, la miró y luego miró a los tres amigos. De repente, las dos luces se desvanecieron y el susurro del viento y de los árboles era lo único que se escuchaba en el bosque.

Fueron aliviados al no haber sido atacados, los tres amigos se sentían orgullosos de haber tenido la fuerza y el coraje necesario para hacer lo correcto. Decidieron regresar a casa y agradecer a sus padres por haberles inculcado valores como el respeto y la honestidad.

Desde ese día, el fantasma del bosque nunca más fue un enemigo de los tres amigos, sino más bien un amigo al que ahora amaban y respetaban. Sabían que podrían haber perdido el tesoro para siempre, pero entender por qué era importante.

No sólo encontraron un tesoro en la cueva, encontraron algo mucho más valioso que esa madera, oro y joyas: encontraron el valor de hacer lo correcto, incluso cuando nadie estaba mirando. Y aprendieron que cualquier recompensa que valga la pena no está completa sin compartir y respetar a aquellos que les rodean.

Los tres amigos regresaron muchas veces más al bosque de los susurros, pero nunca se llevaron nada. Sabían que el tesoro del fantasma del bosque era sagrado y que era nuestro trabajo cuidar de ellas, tal como el fantasma cuidaba de su hogar.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El tesoro del fantasma del bosque de los susurros
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