El tesoro de los conquistadores

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El tesoro de los conquistadores
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El tesoro de los conquistadores. Érase una vez, en las tierras del sur, un valiente grupo de conquistadores que buscaba el tesoro más grande que jamás se hubiera visto. Había oído hablar de un tesoro que se encontraba en las profundidades de la selva, que guardaba riquezas inimaginables que podrían cambiar sus vidas para siempre.

El grupo de exploradores liderado por Alonso, un joven y valiente cacique, se adentró en la selva en busca de ese tesoro. La aventura sería dura y extenuante, pero sabían que si lograban encontrarlo, sus vidas cambiarían para siempre.

Durante semanas de caminata, los exploradores se enfrentaron a muchos peligros. Cruzaron ríos furiosos, se encontraron con gigantescas serpientes venenosas y se enfrentaron a ataques de animales salvajes que habitaban en la selva.

Finalmente, después de muchas penurias, llegaron a un lugar que parecía ser el destino final de su búsqueda. Era una caverna en el centro de la selva, llena de secretos y lugares inexplorados.

Nuestros exploradores se adentraron en la caverna, equipados con antorchas y herramientas para escarbar. Descubrieron que la caverna era más grande de lo que pensaban y que estaba llena de tesoros. Había joyas brillantes, monedas de oro y plata, además de armas antiguas y figuras de cerámica.

El grupo estaba eufórico y emocionado, pero sabía que no podían tomar los tesoros sin enfrentar grandes peligros. Buscaban el tesoro más grande de todos, el más inaccesible y resistente.

De pronto, escucharon un fuerte ruido que venía de la parte más profunda de la caverna. Al principio, pensaron que podría ser algún animal, pero se dieron cuenta de que había algo más detrás de ese ruido. Con mucho valor, se adentraron en la oscuridad de la caverna, decididos a descubrir qué había detrás del ruido.

Con paso lento pero seguro, se aproximaron al lugar donde se originaba el sonido. Seguían sus antorchas, que iluminaban los rincones más oscuros de la caverna. En su camino, encontraron extrañas formas y dimensiones que jamás se habían visto en la superficie, y se deleitaron con la variedad de colores y luces que emitían las joyas y las piezas de oro.

Finalmente, después de mucho caminar, llegaron al final de la caverna. Encontraron una puerta gigantesca de piedra, que parecía estar sellada y protegida por algunos obstáculos desconocidos. En ese momento, los exploradores supieron que habían llegado al lugar donde se ocultaba el mayor tesoro jamás visto.

Comenzaron a investigar la puerta, buscando alguna manera de abrirla. Descubrieron que había un mecanismo en el suelo, protegido por una cantidad de trampas y peligros que debían superar. Era una especie de clave que necesitaba activarse para que la puerta se abriera.

Después de mucho esfuerzo, los exploradores hallaron la clave. Al activarla, escucharon un ruido inmenso de tras la puerta. A medida que se acercaban, notaron que la puerta se estaba abriendo lentamente. Pasó el tiempo, y los exploradores lograron colocar los mecanismos de seguridad necesarios para evitar que la puerta se cerrara.

Entonces, sintieron un fuerte olor a humedad y polvo. Era el olor que emanaba de una primera cámara del tesoro, llena de riquezas inigualables. Había joyas raras, figurillas de barro esculpidas a mano, trofeos de conquistadores antiguos, penachos mágicos y una variedad de memorias artesanales y bien conservadas que habían sobrevivido al tiempo y al clima. Pero eso no era todo.

Descubrieron un pasadizo que los llevó a una segunda cámara. Allí, encontraron una sorpresa inesperada. Seis cajas gigantes de madera tallada, cada una decorada con motivos prehispánicos. Los exploradores no podían creer lo que estaban viendo. Lo habían encontrado. El tesoro más grande de todos.

Levantaron las cajas, que pesaban más de lo que habían imaginado, y se prepararon para salir de la caverna. Sin embargo, no duró mucho tiempo. Procesiones de nativos los rodearon, armados con arcos y flechas, gritando furiosamente en su idioma típico.

Los exploradores se vieron sitiados por todas partes. Lucharon por sus vidas, pero fueron reducidos por la fuerza de los nativos. Los ataron y los condujeron por un camino estrecho que los llevó a un recinto antiguo, donde la gente del lugar esperaba para juzgarlos.

Les explicaron que habían profanado una antigua leyenda que habla sobre un tesoro sagrado en la caverna del sur. La gente estaba dispuesta a matarlos, pero uno de los nativos propuso que dejaran al menos una persona viva. Esa persona contaría su historia y juraría ante el dios del sol que no estaba mintiendo. Si resultaba verdadeo, entonces el tesoro seguiría siendo prohibido, pero no se les castigaría.

Alonso, el líder de los exploradores, fue el elegido. Habló en su lengua materna y explicó el motivo de su incursión. Les contó sobre la promesa de miles de riquezas y el juramento de no robar nada. Les explicó que estaban buscando un tesoro, pero no presionando ni dominando a nadie. Su causa era noble y su intención adecuada, no merecían la muerte.

Los nativos escucharon con atención, y tras unos minutos de profunda reflexión, aceptaron su explicación. Allí, en ese recinto antiguo, Alonso juró ante el dios del sol que eligieron sus vidas por la causa correcta, y prometió que no volverían a interrumpir el vínculo sagrado que siempre había existido en esa caverna sagrada.

Los exploradores siguieron caminando hacia el horizonte, lejos de aquellas montañas y recuperaron sus vidas normales en las llanuras. Habían perdido todo lo que poseían, pero habían aprendido una valiosa lección. Nunca más buscarían riquezas, sino que se dedicarían a disfrutar de la vida, la amistad,la aventura y el camino de cada día. Hay tantos tesoros por descubrir en este mundo que, a veces, no hace falta buscarlos, sino sentirlos y vivirlos en su verdadera dimensión.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El tesoro de los conquistadores
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