El Secreto de los Regalos en el Bosque Nevado

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El Secreto de los Regalos en el Bosque Nevado
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El Secreto de los Regalos en el Bosque Nevado. Érase una vez, en un bosque nevado, un pequeño pueblo llamado Santa Clara. La nieve caía sin cesar y en las casas encendían hogueras para mantenerse calientes. Todos estaban emocionados porque se acercaba la Navidad. No podían esperar para abrir sus regalos, pero para ello necesitaban encontrar el Árbol Sagrado.

El Árbol Sagrado era un árbol gigantesco que sólo aparecía en Navidad. Tenía la capacidad de dar a los niños los regalos que deseaban. Sin él, no habría Navidad. Pero encontrarlo era muy difícil, porque estaba oculto por la nieve y sólo aparecía en la noche de Navidad.

Había un niño llamado Tomás, que estaba muy triste porque no tenía familia. Era un huérfano que había sido llevado a Santa Clara para vivir en un orfanato. Nunca había tenido un regalo de Navidad, y siempre se le rompía el corazón cuando oía a otros niños hablar de lo emocionados que estaban por abrir sus regalos.

Un día Tomás decidió salir a buscar el Árbol Sagrado. Sabía que encontrarlo era difícil, pero no perdía la esperanza de conseguir su regalo de Navidad. Emprendió su camino en medio de la ventisca, con la nieve hasta las rodillas, llevando sólo su abrigo y una linterna.

Caminó y caminó sin descanso, luchando contra el viento y la nieve. Cuando ya estaba a punto de renunciar, algo capturó su atención. A lo lejos, en medio de la nieve, vislumbró a alguien caminando.

Corrió hacia él y se dio cuenta de que era un anciano que llevaba un gran saco de regalos. Tomás se acercó a él y le preguntó sobre el Árbol Sagrado. El anciano le dijo que estaba muy cerca, que podía sentir su magia en el aire. Pero él no podía ayudarle, no podía dejar que nadie encontrara el Árbol Sagrado antes que él.

Tomás estaba a punto de llorar, hasta que el anciano le dio una pequeña caja envuelta en papel dorado y le dijo: «Abre esto cuando encuentres el Árbol Sagrado.»

Tomás estaba asombrado. Hubiera deseado agradecer al anciano, pero cuando se volvió ya no estaba allí. Con el corazón latiendo a toda velocidad, Tomás recogió la caja y continuó su camino en busca del Árbol Sagrado.

Finalmente, después de horas de caminar sin saber adónde iba, Tomás llegó a un claro. En el centro del claro estaba el Árbol Sagrado, iluminado por millones de luces doradas. Tomás se acercó a él, y comenzó a dar vueltas, buscando en dónde podría encontrar su regalo.

No encontraba nada. El Árbol Sagrado brillaba de una manera hermosa, pero ella no le daba nada. Entonces, Tomás recordó la cajita que le había dado el anciano. La abrió con cuidado y vio que contenía un cascabel dorado.

De repente, el Árbol Sagrado comenzó a brillar con más intensidad. Tomás miraba el cascabel y no entendía nada. Pero entonces, algo increíble sucedió. Una estrella dorada se desprendió del Árbol Sagrado y cayó en el suelo, dejando caer una lluvia de chispas doradas.

Sorprendido, Tomás recogió la estrella dorada y la sostuvo en la mano. En ese momento, empezó a sentir algo raro. Un sentimiento de calidez y amor que se extendía por todo su cuerpo. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

De repente, un rayo de luz iluminó el clar. La luz era tan brillante que Tomás no podía abrir los ojos. Pero cuando se desvaneció, vio que alrededor del Árbol Sagrado había aparecido una casa con una placa que decía «hogar de Tomás».

El anciano había visto en Tomás lo suficiente como para hacer realidad su deseo de tener una familia. Y, a partir de ese momento, Tomás no volvió a sentir nunca más el corazón roto.

El pequeño pueblo de Santa Clara se sorprendió al ver aparecer una casa frente al Árbol Sagrado. Y, al entrar en ella, descubrieron a Tomás sonriendo y abrazando a su nueva familia.

Todas las Navidades, desde entonces, se reunían en la casa de Tomás para cantar villancicos e intercambiar regalos. El Árbol Sagrado seguía brillando en el claro, y todos los niños recibían sus regalos.

Pero la historia más bella sería contada por Tomás, quien, cada Navidad, reunía a todos los niños del orfanato y les hablaba del anciano que le había dado su mejor regalo, la familia que había estado esperando. Ellos se emocionaban y los papás y las mamás de Santa Clara los abrazaban, porque sabían que el anciano era el espíritu de la Navidad, que siempre está dispuesto a hacer un milagro para aquellos que lo necesitan.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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