El Ratoncito y la Pelota Perdida

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El Ratoncito y la Pelota Perdida
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El Ratoncito y la Pelota Perdida. Érase una vez en un pequeño pueblo, vivía un amistoso y vivaz ratón llamado Tomás, y su mejor amigo era una valiente pelota roja de fútbol del tamaño de una pequeña sandía. Siempre se divertían juntos, explorando el mundo juntos, y jugando emocionantes juegos de fútbol. La pelota roja era muy rápida y Tomás era un verdadero maestro del balón y juntos eran invencibles en el campo de juego.

Pero una tarde, mientras jugaban en la plaza del pueblo, Tomás pateó la pelota tan fuerte que terminó rodando fuera del lugar de juego y cayó en el montón de hojas secas. El ratón trató de encontrar la pelota roja, pero la perdió de vista. No importaba lo mucho que buscara, la pelota había desaparecido por completo.

Tomás sabía lo importante que era la pelota de su amigo y lo triste que estaría sin ella. Así que decidió hacer todo lo posible para encontrarla. Comenzó a buscar en todos los rincones del pueblo con la esperanza de encontrarla de nuevo. Tomás buscó en cada parque, calle y esquina, pero no hubo rastro de la pelota roja.

La noche había caído, así que Tomás decidió ir a su casa para descansar y recargar energías para seguir buscando al día siguiente.

A la mañana siguiente, Tomás volvió a la plaza del pueblo a buscar la pelota perdida. Allí, encontró a sus amigos del barrio que habían salido a jugar fútbol. Le preguntaron a Tomás qué había pasado con la pelota roja, y el ratón les contó lo que había sucedido. Sus amigos decidieron ayudarlo a encontrar la pelota perdida.

Juntos buscaron en cada rincón del pueblo durante todo el día, pero desafortunadamente nada se encontró. Todos estaban tristes y decepcionados. Sin embargo, decidieron no rendirse y continuar buscando. Los amigos de Tomás sabían lo importante que era esa pelota para él, por lo que no se darían por vencidos hasta encontrarla.

Más tarde en la tarde, cuando estaban dando un paseo cerca del bosque, escucharon un sonido extraño. Era como un golpe suave y repetitivo. Se acercaron al lugar de donde provenía el sonido y se dieron cuenta de que era la pelota roja botando. Había encontrado su camino hacia el bosque y rodó hasta una ladera empinada. La pelota rebotaba y rebotaba, divirtiéndose sin que nadie la mirara.

Tomás y sus amigos se apresuraron a correr detrás de la pelota y lograron alcanzarla justo antes de que rodara hacia un precipicio. Estaban felices y aliviados de tener de nuevo la pelota.

Al enfundar la pelota en posición segura, todos los amigos de Tomás celebraron y este les agradecío su ayuda, les dijo que sin ellos no lo habría logrado.

Desde ese día, Tomás y su pelota roja se aseguraron de no perderse el uno del otro. Y aprendieron una importante lección en el proceso: nunca pierdas la esperanza y nunca te rindas. Siempre hay una manera de encontrar lo que has perdido si tienes amigos que te apoyan y te ayudan. Y así es como el Ratoncito y la Pelota Perdida aprendieron a valorar la amistad y la importancia de nunca renunciar.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Ratoncito y la Pelota Perdida
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