El Ratoncito y la Montaña de Quesos

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El Ratoncito y la Montaña de Quesos
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El Ratoncito y la Montaña de Quesos. Érase una vez en un bosque encantado, vivía un pequeño ratón llamado Tomás. Él era muy curioso y siempre estaba en busca de aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con una enorme montaña de quesos. La vista lo dejó boquiabierto. Él no podía creer lo que estaba viendo: toneladas de queso apilados uno encima del otro.

El ratoncito se acercó a la montaña de quesos y comenzó a investigar. Pero, para su sorpresa, cuando trató de morder uno de los quesos, un ruido ensordecedor lo hizo temblar. El ratoncito se asustó y se alejó rápidamente.

Tomás no podía dejar de pensar en la montaña de quesos. Aunque tenía miedo de acercarse a ella otra vez, su curiosidad lo llevó a intentarlo de nuevo. Esta vez, se acercó con más precaución y con los oídos alerta. Para su sorpresa, ¡descubrió que el ruido solo sonaba cuando él mordía el queso!

«¡Oh!», dijo Tomás aliviado. «Esto significa que puedo comer el queso sin ningún problema». Y así, el ratoncito empezó a devorar el queso de la montaña sin control. ¡Era delicioso!

Pero pronto se dio cuenta de que estaba comiendo demasiado queso. Si seguía así, se enfermaría. Así que decidió guardar los quesos sobrantes para el futuro. «¿Cómo lo hago?», se preguntaba él.

En ese momento, Tomás tuvo una idea. Decidió construir una cueva alrededor de la montaña de queso. Así, podría protegerla de otros animales y además tendría una reserva de alimentos.

El ratoncito se puso manos a la obra y construyó una gran cueva alrededor de la montaña de quesos. Cuando terminó, se sintió muy satisfecho con su trabajo. Ahora tenía un lugar donde guardar su preciosa comida.

Por varios días, Tomás disfrutó de la montaña de queso. Pero pronto se dio cuenta de que no podía comer todo el queso solo. Decidió compartir su descubrimiento con sus amigos: los otros ratones del bosque.

Tomás les contó a sus amigos sobre la montaña de queso y les dejó probar un pedacito. Los amigos se quedaron impresionados con la deliciosa comida y quisieron más. «¿Cómo podemos conseguir quesos para nosotros también?», preguntaron.

Tomás les explicó que construyó una cueva alrededor de su reserva de queso, pero sugirió que podían construir sus propias cuevas. Así, serían dueños de su propia reserva de queso.

Los amigos de Tomás siguieron su consejo y construyeron sus cuevas alrededor de sus reservas de queso. Ahora todos tenían sus propios quesos guardados y podían disfrutar de la deliciosa comida cuando quisieran.

Pero Tomás se dio cuenta de algo muy importante. Él había descubierto la montaña de queso gracias a su curiosidad y perseverancia. Si no hubiera sido perseverante, no habría encontrado esa deliciosa montaña de queso.

Tomás aprendió que si quieres algo, debes perseverar y trabajar duro para conseguirlo. También aprendió a compartir lo que tenía con sus amigos y a ayudar a los demás.

Así que, desde ese día en adelante, Tomás se dedicó a ayudar y enseñar a los demás ratones del bosque a perseverar y trabajar duro para conseguir lo que deseaban.

Y la montaña de quesos se convirtió en una lección de vida para todos ellos. Los ratones aprendieron que si trabajaban duro y perseveraban, podían tener sus propias montañas de queso también.

Y si alguna vez visitas ese bosque encantado, podrás ver a Tomás y sus amigos disfrutando de su comida y apreciando la importancia de la perseverancia y el trabajo duro.

Fin.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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