El Ratoncito y la Casa Encantada. Érase una vez un pequeño ratón llamado Tomás, que vivía en un agujero en la pared de una gran casa abandonada en el bosque. Día tras día, Tomás salía de su escondite para buscar comida y aventuras en el bosque cercano.
Un día, mientras correteaba por el camino, Tomás se topó con una casa encantada. La casa parecía muy vieja y poco habitada, pero algo en ella llamó la atención del pequeño ratón. Curioso, se acercó a la puerta y la empujó suavemente. La puerta chirrió al abrirse.
Tomás asomó su cabeza dentro de la casa encantada. Era oscura y llena de sombras, y el ratoncito se estremeció al sentir una extraña sensación de miedo. Sin embargo, su curiosidad pudo más que su miedo, y decidió adentrarse en la casa a pesar de todo.
Mientras caminaba, se dio cuenta de que todas las habitaciones estaban llenas de polvo y cosas antiguas y rotas. Pero lo que más le llamó la atención fue una hermosa caja de música que brillaba bajo la luz de la luna. Tomás no pudo resistirse y subió a la caja de música para tocar sus teclas.
De repente, la casa tembló y se oyó un fuerte ruido que venía del sótano. Tomás se asustó, pero su curiosidad lo impulsó a bajar las escaleras para ver qué pasaba. Al llegar a la planta baja, encontró una puerta cerrada con una gran llave de oro.
El ratoncito intentó abrir la puerta con sus dientes, pero era demasiado pesada para él. De repente, se dio cuenta de que había un pequeño agujero en la pared al lado de la puerta. Así que decidió mirar por el agujero para ver qué había detrás de la puerta.
Lo que vio lo dejó sin habla. Estaba frente a una enorme sala de tesoro llena de brillantes gemas, monedas de oro y otros objetos preciosos. Tomás parpadeó varias veces para asegurarse de que no estaba soñando, pero seguía viendo lo mismo.
Decidió volver a intentar abrir la puerta, pero seguía siendo demasiado pesada. Entonces, decidió buscar un objeto para levantar la llave del suelo y abrir la puerta. Buscó por todas partes, pero no encontró nada hasta que vio una antigua botella de cristal.
Tomás cogió la botella entre sus patas y la llevó hasta la llave. Con mucho esfuerzo, consiguió levantar la llave del suelo y abrió la puerta del tesoro. Mientras exploraba la sala, escuchó un grito terrible que venía del otro lado de la casa.
El ratoncito sabía que tenía que salir de la casa encantada lo antes posible, pero no quería abandonar el tesoro. Entonces, se le ocurrió una idea. Tomás llenó su bolso con varias monedas y piedras preciosas y empezó a correr hacia la salida.
Mientras corría, encontró un gran espejo en la pared. Se detuvo a mirarlo y vio que una bruja malvada se acercaba por detrás de él. Tomás se movió rápidamente para evitar que lo atrapara y logró salir de la casa encantada justo a tiempo.
Finalmente, salió del bosque y regresó a su agujero en la pared de la casa abandonada, donde se encontró con sus amigos ratones. Contó su historia y les mostró su botín, que habían conseguido explorando la casa mágica.
Desde aquel día, Tomás no pudo volver a la casa encantada, pero siempre recordó el tesoro que encontró y las aventuras que vivió. Además, los otros ratones lo recordaban como un héroe valiente.