El Ratoncito y el Juego de la Pelota. Érase una vez, en un bosque muy lejano, vivía el Ratoncito. Era un ratón muy astuto y juguetón, pero lo que más le gustaba era jugar con su pelota.
Un día, el Ratoncito salió de su madriguera a jugar con su pelota, pero en ese momento escuchó unos ruidos extraños. Primero pensó que eran sus amigos, pero cuando se dio cuenta, se dio cuenta de que era un grupo de gatos jugando baloncesto.
Los gatos eran muy buenos y parecían estar divirtiéndose mucho mientras jugaban baloncesto. El Ratoncito, curioso, decidió acercarse y preguntarles si podía unirse al juego.
Los gatos al principio se rieron de él, inquietos por el resultado del juego y temiendo que el Ratoncito no pudiera jugar. Pero pronto se dieron cuenta de que el Ratoncito era más que un simple roedor, era un jugador muy habilidoso y astuto.
Comenzaron entonces a jugar en equipo, pasándose la pelota de un lado a otro y tratando de encestar en la canasta. El Ratoncito estaba muy emocionado y tuvo algunas buenas jugadas, robando la pelota y haciendo algunos tiros espectaculares.
Pero pronto, los gatos comenzaron a jugar de manera demasiado agresiva, y comenzaron a empujar al Ratoncito. El Ratoncito se sintió frustrado y triste, pero trató de mantener la calma y continúo jugando.
Los gatos, sin embargo, no eran muy amistosos y continúan empujándolo, tirándolo al suelo varias veces. El Ratoncito se esforzó mucho, pero se dio cuenta de que no podía jugar en esas condiciones.
Decidió entonces retirarse del juego, lo que enfureció a los gatos que se burlaron de él y lo llamaron cobarde. Pero el Ratoncito sabía que era mejor protegerse a sí mismo y su inteligencia lo ayudaría a lograrlo.
Volvió a su madriguera y comenzó a reflexionar sobre lo sucedido, idea que lo llevó a una conclusión muy interesante: él quería crear un juego que fuera justo para todos los animales sin importar su tamaño o fuerza.
Entonces decidió construir una pelota única para animales de todas las tallas y capacidades, y mantener las reglas del juego claras y con equidad para todos los animales.
También decidió invitar a todos los animales del bosque a jugar en el nuevo juego que había creado, y en ese momento se dio cuenta de que, sin importar sus diferencias, todos tenían algo en común: les gustaba jugar.
Y así fue como el Ratoncito creó el juego de la pelota, un juego donde todos los animales podían jugar juntos, uno que les daba la oportunidad de divertirse juntos sin importar su apariencia, tamaño o capacidad. Un juego en el que todos eran valorados de igual forma, sin importar sus diferencias.
A partir de ese día, el Ratoncito se convirtió en el mejor amigo de todos los animales del bosque, y alentó a todos a unirse al juego de la pelota que había creado para divertirse y disfrutar juntos de sus días en el bosque.
Y así, el Ratoncito aprendió una gran lección: que la inclusión y la equidad son importantes para construir una sociedad más unida y fuerte, una en la que todos tienen un lugar y puerta abierta. Y eso, amigos míos, es lo que hace grande al juego de la pelota del Ratoncito.