El Ratoncito y el Árbol de las Manzanas. Érase una vez, en un lugar lleno de árboles frutales, un pequeño ratoncito llamado Max. Max era un ratón joven y muy curioso que vivía en un gran agujero en el suelo. Max era un ratón muy feliz, tenía una gran familia, muchos amigos y un hogar cálido y acogedor.
Pero Max tenía un sueño: quería probar la famosa manzana del Árbol de las Manzanas. Había oído hablar de ese árbol mágico que daba las manzanas más deliciosas del mundo. Había intentado encontrar el árbol muchas veces, pero era imposible encontrarlo.
Un día de verano, mientras jugaba cerca de su agujero, Max vio un camino desconocido que llevaba a una colina. Decidió explorar el camino y descubrió un árbol que nunca había visto antes.
¡Era el Árbol de las Manzanas! Max nunca había visto algo tan hermoso en su vida. Era un árbol grande y frondoso, lleno de manzanas rojas y doradas que brillaban al sol. Pero el árbol estaba rodeado por una valla alta, y Max no podía entrar.
Max estaba tan triste que se fue a casa y se acostó en su pequeña cama. Pero no podía dejar de pensar en el Árbol de las Manzanas. De repente, tuvo una idea brillante. Escaló la pared y llegó al otro lado. Comenzó a comer las manzanas más deliciosas que jamás había probado.
Sin embargo, mientras se comía su manzana favorita, un ruído lo sobresaltó. Era el dueño del árbol, el gran perro guardián. Max se asustó tanto que se quedó paralizado.
El perro se acercó a él y lo olfateó. Max estaba seguro de que estaba muerto, pero el perro lo miró y ladro con alegría. Después de todo, era un perro muy amable y simpático.
El dueño del árbol se sorprendió al ver a Max, pero luego sonrió y lo felicitó por ser lo suficientemente valiente para entrar en su jardín. Max le preguntó si podía volver para probar más manzanas.
El dueño del árbol, que ya conocía a Max, le dijo que podía venir siempre que quisiera, ¡pero que debía tener cuidado de no ser detectado por el perro guardián! Max estaba muy contento y comenzó a visitar el jardín del árbol con frecuencia.
Decidió que quería compartir su descubrimiento con sus amigos, así que les habló del árbol y les mostró el camino para llegar a él. Todos sus amigos se emocionaron al ver el Árbol de las Manzanas. También disfrutaron el sabor de sus deliciosas manzanas.
Pero un día, cuando Max iba a buscar manzanas, se cayó de un árbol y se lastimó una pata. No podía moverse. Los otros ratones se preocuparon y corrieron a buscar ayuda.
El perro guardián acudió en su ayuda y llamó al dueño del árbol. El dueño del jardín cuidó a Max y lo ayudó a sanar.
Max aprendió una lección muy importante sobre no tomar riesgos innecesarios y ser más cuidadoso. Pero también aprendió que los verdaderos amigos estarán allí para ayudar en tiempos difíciles.
Desde ese día, el Árbol de las Manzanas se convirtió en un lugar mágico donde todos los ratones podían compartir deliciosas manzanas y vivir aventuras emocionantes. Y aunque a menudo se encontraban en situaciones peligrosas, sabían que siempre podían contar el uno con el otro para salir adelante.
Y así es como el Árbol de las Manzanas y el valiente ratoncito Max, se convirtieron en leyendas y en una gran enseñanza de amistad y la importancia de no tomar riesgos innecesarios.
El fin.