El Ratoncito que Buscaba un Hogar. Érase una vez un pequeño ratoncito gris que vivía en un agujero en el suelo de un parque. El ratoncito se sentía muy triste porque no tenía un hogar acogedor como sus amigos: los conejos, las ardillas y los pájaros. El ratoncito había perdido su hogar debido a una tormenta y desde entonces no había podido encontrar otro.
Un día, mientras jugaba con sus amigos, vio una pequeña casa con una puerta abierta. El ratoncito se acercó a la puerta y observó el interior de la casa. Había una estufa caliente, una cama cómoda, una mesa llena de comida y una chimenea encendida. El ratoncito suspiró y se imaginó viviendo en esa casa. Pero pronto se dio cuenta de que la casa no era suya, y se alejó tristemente.
Al día siguiente, mientras caminaba por el parque, el ratoncito encontró una vieja caja de cartón en el suelo. La caja estaba llena de trozos de periódico y pedazos de tela, y parecía muy cómoda para dormir. El ratoncito decidió llevar la caja a su agujero y la hizo su hogar. Sin embargo, la caja no era tan cómoda como él esperaba y se sintió muy solo.
Una noche, llovió muy fuerte en el parque y el agujero del ratoncito se llenó de agua. El ratoncito se quedó en una rama alta de un árbol, observando cómo el agua arrastraba su caja y sus pertenencias. El ratoncito estaba muy triste y asustado. No tenía un lugar seguro para dormir esa noche.
Mientras tanto, la dueña de la pequeña casa que el ratoncito había visto, regresaba a casa después de un largo día de trabajo. Al entrar a su casa, notó que algo extraño había ocurrido. Los muebles estaban en diferentes lugares, la chimenea no tenía leña y la puerta principal estaba abierta. La dueña tembló de miedo.
Entonces, escuchó un pequeño chillido detrás de la puerta del baño. La dueña abrió la puerta del baño y encontró al pequeño ratoncito gris, temblando de frío y mojado. La dueña se sorprendió al ver al ratoncito, pero también sintió mucha ternura por su situación. La dueña decidió ayudar al ratoncito, le dio una camita caliente para que durmiera y le sirvió un poco de queso.
El ratoncito estaba muy feliz y agradecido por la ayuda de la dueña. La dueña sintió que debía hacer algo más por el pequeño ratoncito, así que lo llevó a una tienda de mascotas para buscarle una casita propia. La tienda estaba llena de jaulas con pájaros, gatos, perros y peces de todos los colores y tamaños. La dueña le preguntó al dependiente si tenían alguna casita para un pequeño ratoncito gris que necesitaba un hogar cálido y seguro.
El dependiente les mostró una pequeña jaula con una ruedita, una casa de madera y un plato de comida. La dueña le hizo una gran sonrisa al ratoncito y le dijo – «Este es tu hogar, pequeño amiguito». El ratoncito no podía creerlo, tenía una casa propia. La dueña le compró la jaula para que pudiera llevarla a su pequeña casa, en el agujero del suelo del parque.
Desde ese día, el ratoncito gris tenía un hogar cálido y seguro donde dormir. Además, la dueña lo visitaba regularmente para darle un poco de queso y hablarle sobre su día en el trabajo. El ratoncito se sentía muy feliz y seguro en su hogar, sabiendo que siempre tendría un amigo que lo cuidara.
Con el tiempo, el ratoncito gris decidió compartir su hogar con sus amigos del parque que no tenían un lugar donde dormir. Los conejos, las ardillas y los pájaros eran bienvenidos en su hogar acogedor, y el ratoncito se sentía feliz de tener amigos a su alrededor. La pequeña jaula se convirtió en un hogar para todos ellos y vivieron, felices para siempre.
El ratoncito aprendió que un hogar no es solo un techo y paredes, sino que también es un lugar donde nos sentimos amados y cuidados. Aprendió que todos merecemos un hogar seguro y que a veces solo necesitamos un poco de ayuda de nuestros amigos para encontrarlo.
Desde ese día, el ratoncito se convirtió en el habitante más feliz del parque, y con su historia enseñó a los demás animales que no están solos en este mundo, que siempre habrá alguien en quien confiar y aquellos que necesiten de ayuda, siempre encontrarán hogar y protección en la bondad del ser humano. Fin.