El Ratón y la Montaña de Quesos

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El Ratón y la Montaña de Quesos
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El Ratón y la Montaña de Quesos. Érase una vez un pequeño ratón llamado Felipe, quien pasaba sus días recorriendo las llanuras verdes en busca de algo delicioso que llevar a su casa. Un día, mientras exploraba la zona, descubrió una gran montaña de quesos en una tienda de comestibles cercana.

Felipe no podía creer lo que veían sus ojos. Se frotó las manos con entusiasmo, ya que no había visto algo así en toda su vida. La montaña de queso era enorme y estaba formada por cientos de quesos en diferentes formas y tamaños.

El ratón sintió que la tentación era demasiado grande para resistirse. A pesar de ser un poco asustadizo, decidió aventurarse en la tienda para conseguir un poco de queso. Una vez dentro, se escabulló sigilosamente y comenzó a examinar la montaña de quesos en busca del pedazo más sabroso.

Después de algunos minutos, encontró un queso que parecía perfecto y empezó a mordisquear. Pero cuando trató de sacar otro pedazo, vio que algo extraño estaba sucediendo en la montaña; de repente, comenzó a temblar y las piezas de queso se empezaron a desmoronar. Tenía miedo de ser atrapado por aquel terremoto de queso, así que husmeó en dirección a la salida lo más rápido que pudo.

Felipe corrió hacia la puerta, pero se detuvo en seco unos metros antes de llegar. Justo en frente de él estaba parado un gran gato con la boca abierta y una mirada hambrienta que lo seguía intensamente con sus ojos verdes.

El ratón se quedó sin aliento, paralizado y sin saber qué hacer. Pero entonces, de repente, se le ocurrió una brillante idea. ¿Por qué no invitar al gato a unirse a él en una cena de queso? Tal vez si lo alimentaba lo suficiente, dejaría de mirar a Felipe como si fuera su próximo almuerzo.

Así que con su mejor sonrisa, el ratón dijo: «Hola, Sr. Gato. ¿Quieres un poco de queso? Hay mucho aquí para compartir». El gato, que en realidad también quería el delicioso queso, dudó un poco, pero finalmente aceptó la oferta del pequeño ratón.

Felipe y el Sr. Gato comenzaron a disfrutar de los diferentes sabores de queso juntos. Al principio, el ratón estaba nervioso, pero pronto se dio cuenta de que el gato no era tan malo como parecía. Ellos compartieron la cena, reían y charlaban.

De repente, un ruido extraño interrumpió su cena. Era el dueño de la tienda, quien había oído los movimientos de los animales y acudió a investigar. El ratón corrió al escondite más cercano, pero el Sr. Gato fue atrapado por el dueño.

Felipe tenía la oportunidad de escapar, pero su nuevo amigo estaba en peligro, así que decidió quedarse y ayudar al gato. Se acercó al dueño y le dijo: «Lo siento mucho por mi amigo. No sabía que estaba haciendo algo malo. ¿Puedes perdonarlo y dejarlo ir?».

El dueño de la tienda, que estaba muy sorprendido de ver a un ratón hablando, se detuvo y pensó un momento. Luego, como si hubiera recordado algo importante, dijo: «Por supuesto, pero solo si el Sr. Gato promete no intentar comerse ningún animal de aquí en adelante».

El Sr. Gato miró a Felipe con gratitud y aceptó el trato. Desde ese día, los dos amigos se convirtieron en compañeros inseparables. El gato nunca trató de atrapar al pequeño ratón de nuevo y juntos exploraron muchos otros lugares de la ciudad en busca de deliciosos tesoros.

Mientras tanto, en la tienda, la montaña de quesos había sido reorganizada y ahora estaba mejor asegurada para prevenir futuros movimientos telúricos. Felipe nunca olvidó su aventura con la montaña de quesos y a veces se detenía frente a la tienda para recordar aquel tierno recuerdo.

Así que, si algún día necesitas un amigo para compartir una cena, recuerda que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados, incluso en una montaña de queso.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Ratón y la Montaña de Quesos
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