El Ratón y la Gran Fiesta de los Quesos

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El Ratón y la Gran Fiesta de los Quesos
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El Ratón y la Gran Fiesta de los Quesos. Érase una vez, en un bosque muy próximo a una ciudad, vivía un ratón muy especial. Este ratón, al contrario de lo que pensaban muchos, no era aficionado a los quesos. ¡Para nada! De hecho, prefería las bayas y las nueces al queso.

Un día, mientras paseaba por el bosque, una idea brilló en su mente. ¿Por qué no celebrar una gran fiesta de los quesos? Él no los amaba, pero sabía que la mayoría de los ratones los adoraba.

El ratón fue a visitar a su amigo, el búho, para que le ayudará a organizar la fiesta. El búho, que no quería perderse la oportunidad de asistir a una fiesta, se comprometió a preparar la comida y a decorar el lugar.

Invitaron a todos los ratones del bosque, dejando muy claro que debían llevar sus quesos favoritos para compartir con los demás. La noticia se corrió rápidamente y en poco tiempo, la fiesta del queso se convirtió en el evento más esperado del año.

El día de la fiesta llegó y el lugar estaba lleno de ratones que llevaban los quesos más originales que podáis imaginar. Quesos con miel, con nueces, con hierbas, con jamón… ¡incluso había quesos con chile!

El búho había preparado una gran mesa donde todos los quesos estaban dispuestos para que los ratones los probaran. El ratón organizador, que pensaba que no disfrutaría nada de la fiesta, decidió probar todos los tipos de queso, uno por uno.

Pronto, se dio cuenta de que estaba equivocado. ¡Los quesos eran deliciosos! El ratón probó uno tras otro hasta que, finalmente, encontró su favorito: el queso de cabra con nueces. ¡Era tan delicioso que podía comerlo todos los días!

A medida que pasaban las horas, la fiesta se convertía en una gran celebración. Los ratones cantaban, bailaban y comían, mucho más allá de lo que sus barrigas podían soportar.

La luna apareció en el cielo y la noche dejó de ser joven, pero los ratones aún disfrutaban la fiesta en su apogeo. El búho se acercó al ratón organizador y le dijo: «Nunca imaginé que los quesos fueran tan deliciosos. ¿No es increíble lo que nos perdemos al no probar cosas nuevas?».

El ratón asintió. «Desde hoy, prometo que intentaré cosas nuevas y descubriré nuevos sabores». El búho sonrió y dijo: «Desde hoy, yo también lo haré».

Los dos amigos, junto a todos los ratones, siguieron disfrutando de la fiesta, probando todos los quesos. La música, la risa y el buen humor hicieron sentir a los ratones más unidos que nunca.

Cuando comenzó a amanecer, los ratones siguieron sus casas, contentos y satisfechos. El bosque se quedó tranquilo y en silencio. El ratón organizador se detuvo en una roca y miró el paisaje. Los rayos del sol iluminaban su pelaje gris y pensó en el gran día que había pasado.

«¿Sabes qué, querido amigo? Hoy ha sido un gran día. Un día en que todo el mundo ha estado unido por una sola cosa… y que cosa más grande que el queso.»

A lo que el ratón organizador no esperaba era que detrás una hoja del árbol que estaba cerca de él se encontraba alguien más. Un pequeño ratón que había estado observando todo lo que había ocurrido esa noche. Pero, a diferencia del ratón organizador, ese pequeño ratón era hinóptimo. Lo que quiere decir que no podía hablar, pero se comunicaba por medio de sonidos y una especie de lenguaje de señas que había inventado.

El ratón organizador estaba tan abstraído en sus pensamientos que no se percató de la presencia del pequeño alumínico. Pero, cuando se dio cuenta, se sorprendió un poco.

-¡Hola! ¿De dónde vienes? – preguntó el ratón organizador acercándose al pequeño alumínico.

-De por aquí cerca. Escuché los sonidos y quise saber que ocurría – respondió el pequeño ratón haciendo algunas señas que el ratón organizador no entendía.

-¡Ah! Claro, verás. Celebramos una gran fiesta del queso, ¿te gustaría acompañarnos la próxima vez?

El pequeño ratón hicieron algunas señas y luego asintió con la cabeza. El ratón organizador le sonrió y le presentó a algunos de los ratones que quedaban en el lugar.

A partir de entonces, cada vez que se celebraba la festividad del queso en el bosque, el pequeño alumínico estaba presente. Y, a pesar de que no podía hablar como los demás ratones, era una presencia muy agradable que siempre robaba las sonrisas de todos los presentes.

Y así, la fiesta del queso se convirtió en la gran oportunidad para que los ratones del bosque se reuniesen, se conocieran mejor y, sobre todo, compartieran experiencias juntos. Ya que, como el ratón organizador pensó, ser capaz de probar nuevas cosas y descubrir cosas nuevas es parte de lo que hace que la vida sea interesante.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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