El Ratón y la Casa Encantada de los Quesos

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El Ratón y la Casa Encantada de los Quesos
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El Ratón y la Casa Encantada de los Quesos. Érase una vez un pequeño y valiente ratón llamado Santi, que vivía en una granja rodeada de campos de trigo y maíz. Santi era un ratón muy curioso y aventurero, siempre quería conocer más del mundo que lo rodeaba. Un día, mientras exploraba los alrededores de la granja, descubrió una casa antigua y muy extraña. Parecía abandonada, pero lo que llamó su atención, fue que la casa estaba llena de quesos de todos los tamaños y sabores. Santi nunca había visto tantos quesos juntos, ni en sus más grandes sueños de ratón.

Pero la casa estaba impedida por una gran cerradura que no podía ser abierta. Santi estaba decidido a saber lo que había dentro de esa casa y qué tan deliciosos y variados sabores tendrían esos quesos. Después de varios intentos, fracasos y reflexiones, decidió buscar ayuda de sus amigos de la Granja. Ellos eran animales muy fuertes y valerosos, y siempre estaban buscando una aventura nueva.

Así, Santi convocó una reunión en la granja, en la cual se hizo una lluvia de ideas de cómo abrir la puerta de la casa encantada de quesos. Muchas propuestas surgieron, pero la mejor idea vino de un granjero llamado Antonio, que había vivido en la zona por muchos años y que conocía bien la historia de la casa. Dijo que la casa pertenecía a una familia de ratones adinerados que habían construido la casa para almacenar una gran cantidad de quesos.

La leyenda decía que había un ratón inteligente y astuto en la familia de ratones, que había construido una trampa en la casa como medida de seguridad para evitar que alguien más que no fuese de la familia, se llevara los quesos.

Santi y sus amigos no se amedrentaron ante la noticia. Todos se pusieron manos a la obra para encontrar la trampa. La búsqueda fue ardua, pero Santi, gracias a su inteligencia, descubrió que la trampa estaba en la parte trasera de la casa, detrás de un pequeño agujero que solo un ratón como él podía pasar. Decididos a encontrar la manera de desactivar la trampa, escalaron la pared y se acercaron al agujero. Pero justo antes de llegar al agujero, la trampa comenzó a retumbar y a emitir un sonido espeluznante.

Mientras Santi y su grupo trataban de desactivar la trampa, se dieron cuenta de que la puerta de la casa estaba abierta de par en par. Sintiéndose confundidos, miraron hacia adentro de la casa y notaron que no había nada fuera de lo común, excepto que todos los quesos estaban debidamente empaquetados y guardados en cajas especialmente hechas para ellos.

Santi y sus amigos comenzaron a hacer una investigación exhaustiva de la casa, buscando pistas de lo que había sucedido. Encontraron pedazos de queso basura en la cocina, la cual evidentemente no habían sido usados y muchas cajas vacías. Sin embargo, al entrar en la habitación principal, se encontraron que el tesoro de quesos había desaparecido por completo.

Santi y los demás se pusieron a buscar en la casa, pero fue en vano; los quesos no estaban en ninguna parte. Se rascaban la cabeza, confundidos y desanimados, sin saber qué hacer. Entonces de repente, escucharon un ruido en la parte trasera de la casa. Santi y sus amigos se abrieron camino hacia la parte trasera y encontraron una caja de queso que estaba siendo arrastrada por alguien muy pequeño.

Lo que vieron los dejó perplejos, fijos en su lugar. Era el ratón adinerado de la historia, que había construido la trampa en la casa y que había desaparecido hace años. Se estaba llevando la caja, pero no podía soportar el peso de la misma y estaba tratando de correr. Santi y sus amigos aprovecharon la oportunidad de acercarse y preguntarle lo que había pasado.

El ratón les respondió que, cansado de ser el vigilante de los quesos, los había visto como lo suficiente y algo tediosos. Decidió llevarse los quesos y empezar su propia tienda de quesos en otra parte de la ciudad. Sin embargo, se había vuelto codicioso y no quería compartir su inventario con nadie más. Después de escuchar al ratón adinerado, Santi se sintió un poco decepcionado, ya que esperaba encontrar los quesos en la casa. Pero en su fuero interno, admiraba el coraje y astucia del ratón.

Así, Santi y sus amigos decidieron dejar la casa con la cabeza en alto, sintiendo la alegría de la felicidad que surgió de su exploración. Al salir de la casa, Santi hizo una pequeña reflexión, deseando que ese ratón ganara tanto dinero como pudiera y trabajara duro para alcanzar el éxito en su negocio. Al mismo tiempo, también se prometió que seguiría explorando nuevas aventuras y desafíos en su vida como ratón.

Y aunque la casa encantada de los quesos todavía estaba cerrada con su trampa, Santi y sus amigos nunca dejaron de imaginar el sabor y textura de esos quesos, soñando con ellos y recordándolos como el mejor tesoro que nunca tuvieron. La aventura de Santi y sus amigos enseñó una lección valiosa a todos los niños y niñas: siempre hay más aventuras que descubrir y más quesos encantados que buscar, pero el verdadero tesoro está en el camino para encontrarlos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Ratón y la Casa Encantada de los Quesos
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