El ratón presumido. Érase una vez, en un pequeño pueblo enclavado en las onduladas colinas del campo, vivía un pequeño ratón llamado Smug. Smug era un ratón inteligente, siempre encontrando formas de burlar a los otros animales de la aldea y hacerlos parecer tontos.
Un día, el pueblo estaba celebrando el Festival de la Cosecha anual, y todos los animales fueron invitados a participar en las festividades. Smug, por supuesto, vio esto como una oportunidad para mostrar su inteligencia y astucia superiores.
Mientras los otros animales se preparaban para el festival, Smug pasó horas practicando y perfeccionando sus trucos y esquemas. Estaba decidido a ganar el gran premio, una deliciosa canasta de frutas maduras y jugosas.
El día del festival, Smug se pavoneaba por el pueblo, mostrándose a todos los demás animales. Se jactó de sus ingeniosos trucos y se jactó de que seguramente ganaría el gran premio.
Pero resultó que la confianza de Smug fue su perdición. Durante la competencia, se volvió tan arrogante y seguro de sí mismo que no prestaba atención a lo que sucedía a su alrededor. Y como resultado, tropezó y cayó, perdiendo la competencia ante un humilde conejito que había estado practicando y perfeccionando sus habilidades en silencio.
Presumido estaba devastado. Había dejado que su ego sacara lo mejor de él y había perdido el gran premio. Aprendió una valiosa lección ese día: a veces es mejor ser humilde y centrado, en lugar de arrogante y demasiado confiado.
A partir de ese día, Smug trató de ser más humilde y de recordar que, por muy inteligente que fuera, siempre podía mejorar. Y como resultado, se convirtió en un miembro respetado y querido del pueblo, conocido por su ingenio e inteligencia, pero también por su humildad y amabilidad.
