El Ratón en la Carrera por el Queso. Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un grupo de ratones vivía en una pequeña casa a las orillas del río. Los ratones eran muy felices y amables entre ellos y siempre se ayudaban mutuamente en todo. Pero había un pequeño problema, la familia de ratones no tenía comida suficiente.
Un día, mientras los ratones estaban explorando el bosque, encontraron un gran trozo de queso. Era el queso más grande que habían visto y pensaron que podría durarles algunas semanas. Pero justo cuando se disponían a llevar el queso a su hogar, se dieron cuenta de que el queso no estaba solo en el bosque, había otros animales que lo querían.
El líder de los ratones, llamado Ratoncín, decidió crear un plan para llevar el queso a su hogar sin que nadie se lo llevara. Él sabía que sería una carrera contra el tiempo para llegar a su casa antes que el resto.
Los ratones comenzaron su carrera hacia su hogar y Ratoncín iba a la cabeza de la carrera, sosteniendo el queso en sus manos. El resto de los ratones lo seguía, corriendo a toda velocidad y tratando de no detenerse en el camino.
De repente, el grupo de ratones se encontró con un río que bloqueaba su camino. El agua estaba muy helada y los rápidos eran muy fuertes. Los ratones no sabían cómo cruzar el río sin perder el queso.
Fue entonces cuando apareció un castor y se ofreció a ayudar a los ratones. Él les construyó un puente de madera, lo suficientemente fuerte como para soportar el peso del queso y de los ratones.
Los ratones agradecieron al castor y continuaron corriendo hacia su hogar, pero aún no estaban fuera de peligro. Fueron interceptados por una enorme serpiente. La serpiente quería robarles el queso y comerlo ella sola.
Ratoncín, quien era valiente y astuto, se le ocurrió la idea de saltar justo encima de la cabeza de la serpiente y logró confundirla para dejarla caer al suelo. Ratoncín y su grupo de ratones continuaron corriendo, con la serpiente detrás de ellos.
Finalmente, los ratones llegaron a su hogar y subieron por el agujero en la pared para finalmente estar seguros. Cansados pero felices y agradecidos por su triunfo, se sentaron a disfrutar de su queso.
Mientras comían, Ratoncín les dijo a los otros ratones que era importante trabajar juntos como equipo para lograr grandes cosas en la vida. Él sabía que gracias al trabajo en equipo pudieron superar todos los obstáculos que se les presentaron en su carrera hacia casa.
Y así, los ratones vivieron felices con su queso durante muchos días, compartiéndolo entre ellos y sintiéndose agradecidos por haberlo obtenido después de correr una difícil carrera. Y si algún día tuvieran otra carrera, sabían que podían enfrentar cualquier desafío y triunfar gracias a su fuerza colectiva y el trabajo en equipo.