El Ratón en el Parque de Atracciones

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El Ratón en el Parque de Atracciones
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El Ratón en el Parque de Atracciones. Érase una vez en el Parque de Atracciones, donde todos los animales se reunían para pasar un día lleno de risas y diversión. Entre ellos, se encontraba el Ratón, un pequeño roedor de ojos brillantes y cola larga, que le encantaba probar todos los juegos y atracciones del parque.

Un día, el Ratón decidió aventurarse en una atracción nueva que acababan de abrir: la montaña rusa más grande que había visto en su vida. A medida que se acercaba a la entrada, el corazón del Ratón latía con fuerza, pero su determinación era aún mayor. «No hay nada que me detenga», pensó.

Cuando llegó al asiento, se dio cuenta de que no podía subir por sí solo. La atracción era demasiado alta para él. Triste, el Ratón empezó a caminar por el parque buscando algo más que hacer. Fue entonces cuando se topó con el Búho, un animal sabio y generoso que siempre estaba dispuesto a ayudar.

El Ratón le explicó su problema y el Búho, con una sonrisa en el rostro, le dijo: «No te preocupes, mi pequeño amigo. Hay más formas de disfrutar del parque de atracciones que no implican subir a la montaña rusa. Ven conmigo».

El Búho llevó al Ratón a una atracción increíble. Era una pequeña casa de espejos, llena de reflejos de diferentes tamaños y formas. El Ratón estaba fascinado, corriendo de un espejo al otro, tratando de encontrar su camino a través del laberinto de espejos.

Después de eso, el Búho le mostró una atracción de carruseles, donde el Ratón dejó volar su imaginación. Se imaginaba cabalgando en el suyo propio, al ritmo de la música, divirtiéndose con sus amigos animales.

Cada juego nuevo que probaron, el Ratón se olvidó del miedo y de la tristeza. Estaba disfrutando del parque a lo grande, y, sin darse cuenta, estaba construyendo recuerdos felices.

Cuando llegó la hora del almuerzo, el Búho llevó al Ratón a un pequeño puesto de comida. Allí, el chef les explicó que habían preparado un menú especial para todos los animales que visitaban el parque. Con un plato delicioso de queso y nueces, y un jugo fresco de frutas, el Ratón se sintió como en casa.

Después del almuerzo, el Búho llevó al Ratón a ver una presentación de malabarismos, donde los artistas hacían piruetas y acrobacias en el aire. El Ratón estaba impresionado por cómo podían mantener el equilibrio y la coordinación, y empezó a pensar que tal vez él también podía aprender a hacer esos trucos.

A medida que el sol se ponía en el parque, llegó el momento en el que el Ratón tenía que irse. Se despidió del Búho con una gran sonrisa en su rostro, agradecido por todos los momentos que habían compartido.

Ahora, el Ratón se había dado cuenta de que no era solo la adrenalina de las atracciones lo que hacía que el parque fuera mágico. Era el ambiente de amistad, diversión y aventuras que se creaba entre todos los animales.

Ya en su casa, el Ratón se durmió con una gran sonrisa. Había pasado el día más increíble en el parque de atracciones, y sabía que nunca olvidaría esa experiencia. Y en su mente se decía: «nunca se sabe lo que podemos esperar, lo importante es siempre buscar la diversión, pero por sobre todo, la compañía de nuestros amigos».

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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