El Príncipe y el Castillo del Viento. Érase una vez un príncipe llamado David que vivía en un reino lejano. Él era un príncipe muy querido por todos en el reino, pero siempre había un problema que lo preocupaba: ¡quería encontrar el castillo del viento!
Había oído hablar del castillo del viento desde que tenía memoria, pero nadie sabía dónde se encontraba. David había buscado por todas partes, pero no podía encontrarlo. Él sabía que si pudiera encontrar el castillo, tendría la ayuda del viento para echar a los terribles bandidos que merodeaban por el reino.
Un día, David decidió que debía emprender un viaje en busca del castillo del viento. Se puso su armadura y tomó su espada. Montó en su caballo y se dispuso a cabalgar hacia los lugares más recónditos del reino.
Después de días de viajar, David finalmente llegó a un campo abierto. Miró a su alrededor y vio algo que le hizo temblar: se encontraba delante de una montaña muy alta. Esta montaña parecía una pared imposible de escalar. David perdió la esperanza, pero sabía que no podía rendirse. Así que empezó a escalar la montaña.
El viento soplaba con fuerza, pero eso no detuvo a David. Escaló y escaló hasta que llegó a la cima. ¡Podía ver el castillo del viento a lo lejos!
David se alegró muchísimo. Ahora, sólo tenía que llegar allí. Se dio cuenta de que el castillo estaba al otro lado de una gran llanura. Sabía que tendría que atravesar esta llanura, pero temía que fuera extremadamente peligroso.
De repente, el viento empezó a soplar más y más fuerte. David se sorprendió al ver que el viento parecía guiarle por la llanura, como si alguien lo estuviera guiando. David se sintió agradecido al viento por su ayuda.
Después de un rato, David finalmente llegó al castillo del viento. Fue recibido por el rey del viento, una figura amistosa y poderosa. El rey del viento le prometió que el viento ayudaría a expulsar a los bandidos del reino. Ahora David tenía un aliado poderoso en su lucha contra las fuerzas del mal.
De regreso en su reino, David se acercó a los bandidos y los retó a una pelea. Los bandidos se rieron, pero pronto se dieron cuenta de que David tenía la ventaja gracias al viento. La lucha fue intensa, pero con la ayuda del viento, David prevaleció y los bandidos fueron expulsados.
Los ciudadanos del reino se acercaron a David llenos de alegría y celebraron su victoria. David les dijo que su éxito se debía a la ayuda del viento y a la amistad entre reinos. Todos en el reino aprendieron que la bondad y la amistad siempre triunfan sobre la maldad y el odio.
Y así, el reino vivió en paz por muchos años gracias a la ayuda del viento y la valentía del príncipe David.