El Príncipe y el Árbol de la Vida

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Príncipe y el Árbol de la Vida
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

El Príncipe y el Árbol de la Vida. Érase una vez un hermoso príncipe llamado Lucio que vivía en un castillo rodeado de un hermoso jardín lleno de flores de colores y árboles frutales. El príncipe era muy querido por su pueblo, pero siempre había sentido una gran soledad en su corazón. No tenía amigos con quien jugar y el amor de sus padres, el Rey y la Reina, no era suficiente para llenar el vacío que sentía.

Un día, mientras caminaba por el jardín, el príncipe se detuvo frente a un enorme árbol que parecía tener cientos de años. Era el árbol más grande que había visto en su vida y tenía unas hojas muy verdes y brillantes.

– ¡Qué árbol más hermoso! -exclamó el príncipe-. Me pregunto qué clase de árbol es.

Entonces, el príncipe se acercó al árbol y lo tocó con las manos. De repente, el árbol comenzó a brillar, y una voz suave y dulce salió de su interior.

– Hola, príncipe -dijo la voz-. Soy el Árbol de la Vida, y he estado aquí durante muchos, muchos años. Sé todo sobre las cosas que han sucedido en este jardín y en el reino.

El príncipe se sorprendió mucho al oír hablar al árbol.

– ¡Wow! -exclamó-. No sabía que los árboles podían hablar.

– Claro que sí, príncipe. Todos los árboles pueden hablar, solo que algunos lo hacen en voz baja -dijo el Árbol de la Vida con una risita-. ¿Qué te preocupa, príncipe?

– Estoy muy solo, Árbol de la Vida -dijo el príncipe en un suspiro-. Mis padres, el Rey y la Reina, están muy ocupados con asuntos del reino, y no tengo amigos con quien jugar.

– Lo entiendo, príncipe -dijo el Árbol de la Vida-. Pero no estás solo. Tienes todo el jardín para explorar y hacer amigos con las criaturas que viven aquí.

– ¡No había pensado en eso! -dijo el príncipe-. ¿Me acompañarás en mi exploración por el jardín, Árbol de la Vida?

– Por supuesto, príncipe -dijo el Árbol de la Vida.

Y así, el príncipe y el Árbol de la Vida comenzaron a explorar el jardín. Pronto, encontraron una mariposa hermosa posada en una flor y un pájaro cantando en un árbol cercano.

– ¡Hola, amigos! -dijo el príncipe alegremente-. ¿Les gustaría jugar conmigo?

– Claro que sí, príncipe -dijo la mariposa con una sonrisa.

– ¡Por supuesto! -pió el pájaro.

Y así, el príncipe y sus nuevos amigos comenzaron a explorar el jardín juntos. Jugaron a esconderse y buscar, saltar y volar por todas partes.

El príncipe se divertía muchísimo y se dio cuenta de que sus nuevos amigos eran tan divertidos y emocionantes como él había imaginado. Además, también descubrió que las criaturas del jardín lo miraban con cariño y admiración.

Después de horas de jugar juntos, el príncipe y sus amigos se sentaron bajo el Árbol de la Vida para descansar. El Árbol de la Vida, que había seguido al príncipe en todo momento, había sido testigo de toda la diversión que había tenido su nuevo amigo.

– Estoy muy feliz, Árbol de la Vida -dijo el príncipe suavemente-. Gracias por ayudarme a descubrir que no estoy solo.

– De nada, príncipe -dijo el Árbol de la Vida con una sonrisa-. Siempre estaré aquí para guiarte y ayudarte. Todos merecemos tener amigos y sentirnos amados.

El príncipe se levantó y le dio un abrazo al Árbol de la Vida.

– Eres el mejor amigo que alguien podría pedir -dijo el príncipe.

Y así, el príncipe descubrió que la verdadera felicidad viene cuando compartimos momentos y amistades con quienes más queremos y apreciamos. Y el Árbol de la Vida se convirtió en el mejor amigo del príncipe, guiándolo hacia un camino lleno de amor e inolvidables aventuras.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Príncipe y el Árbol de la Vida
¿Te ha gustado «El Príncipe y el Árbol de la Vida»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir