El Príncipe en el Reino de la Luz

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El Príncipe en el Reino de la Luz
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El Príncipe en el Reino de la Luz. Érase una vez, en un reino muy lejano, un príncipe llamado Lucas. Era un príncipe muy valiente y bueno en su corazón, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Pero algo le preocupaba mucho: su reino estaba oscuro y triste desde hacía mucho tiempo. ¡Nadie sabía por qué!

Un día, Lucas decidió investigar qué sucedía en su reino. Así que tomó su espada y su escudo, y partió en busca de respuestas.

Recorrió praderas, bosques, montañas y ríos en busca de alguien que pudiera ayudarlo. Hasta que, finalmente, encontró a una anciana sabia que vivía en una cueva en lo alto de una montaña. La vieja le hizo saber que el reino estaba sumido en la oscuridad porque el cristal mágico que lo iluminaba había sido robado.

La anciana le explicó a Lucas que aquel cristal, que brillaba con una luz muy especial, era la fuente de luz del reino. Y sin él, todo el lugar permanecía a oscuras.

Lucas no lo dudó ni un instante. Sabía que tenía que recuperar aquel tesoro para su pueblo. Así que tomó su espada de nuevo y prometió a la anciana que regresaría pronto con el cristal mágico.

En su busca, tuvo que enfrentar muchos peligros. El primero de ellos fue cruzar un río en el que nadie se atrevía a entrar porque se decía que una serpiente enorme habitaba en sus profundidades. Pero Lucas no tenía miedo. Se adentró en el agua con su armadura, su espada y su valentía.

La serpiente salió de entre las aguas y Lucas la combatió con todo su coraje. Después de una gran batalla, la serpiente finalmente fue vencida. Así Lucas consiguió un mapa que le indicaba la ubicación del cristal mágico.

Tras unas horas de camino por fin alcanzó la cueva donde estaba el cristal mágico. Pero para su sorpresa, la cueva estaba guardada por un gigante que se negaba a dejarle pasar.

Recuerda que Lucas era muy astuto, así que decidió probar un truco que le habían enseñado. Le ofreció algo de comer al gigante, y este, distraído, bajó la guardia. Enseguida, Lucas se adentró en la cueva y logró arrebatar el cristal al malvado.

De vuelta al reino, Lucas mostró el cristal mágico a su pueblo y lo colocó en su lugar en la plaza principal. Enseguida, la luz empezó a brillar y el reino se llenó de alegría y esperanza. La gente salió de sus casas para celebrar. Estaba iluminado de nuevo.

El príncipe Lucas se convirtió en el héroe del reino. Y como recompensa, la anciana sabia le entregó una pequeña caja de madera con un objeto muy precioso en su interior: una llave dorada que abría cualquier cerradura.

El príncipe sabía que podría ser muy útil, así que la guardó en su bolsillo.

Un día, mientras paseaban por su reino, Lucas y su fiel compañero un perro llamado Max se encontraron a una niña llorando en medio de una calle. La niña explicó que había perdido su diario, y con él llevaba sus más preciados recuerdos.

Lucas sacó la llave dorada de su bolsillo y se acercó a la niña. La niña lo miró con asombro mientras él abría el candado de su pequeña caja.

El interior de la caja estaba lleno de pequeñas y brillantes joyas, y le preguntó si alguna de ellas podía ser su diario. La niña buscó entre las joyas y encontró su diario. Con lagrimas de felicidad en sus ojos, le agradeció al príncipe y se fue corriendo aléjandose de allí feliz.

Desde aquel día, Lucas siempre llevaba consigo la llave dorada. Y nunca dejó de recorrer su reino, ayudando a los demás y devolviéndoles la felicidad. Y así, el príncipe Lucas demostró una vez más que la valentía y la bondad siempre prevalecen, iluminando con luz propia para siempre su reino.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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