El Perro de la Montaña. Érase una vez en una pequeña aldea rodeada de montañas, un perro muy especial llamado Max. Max vivía en una pequeña casa de madera junto a su dueño, un anciano llamado Pedro. Max era un perro de la montaña, un breed muy valiente y astuto. Él era el perro más importante de la aldea porque cuidaba a todos los habitantes del peligroso bosque que rodeaba la aldea.
Max era diferente a los otros perros, no solo en su aspecto sino también en su personalidad. Era muy inteligente y observador, siempre alerta y dispuesto a ayudar a su dueño y a los habitantes de la aldea. Max sabía cuándo venía una tormenta, cuando llegaba un animal peligroso al bosque y cuándo debía ladrar para avisar a todo el mundo de algún peligro.
Cierto día, cuando Pedro estaba apagando la luz de su casa para dormir, recibió una visita inesperada. Era el Rey de la Montaña, quien había llegado para pedirle ayuda a Max. La Montaña estaba en peligro, un volcán que estaba inactivo por muchos años había comenzado erupción. La lava estaba descendiendo y destruyendo todo lo que se encontraba a su paso, tumbando casas y matando animales. El pueblo de la Montaña necesitaba ayuda para evacuar.
Max y Pedro no lo pensaron dos veces, debían ir inmediatamente a prestar ayuda. Max puso su correa y empezó a dar saltos de alegría y emoción, sabía que era una gran responsabilidad y quería ayudar en lo que fuera necesario. Pedro, por su parte, tomó su mochila con algunas provisiones y juntos, como siempre lo hacían, fueron al encuentro de los habitantes de la Montaña.
Cuando Max y Pedro llegaron a la Montaña, encontraron una gran confusión. Los habitantes estaban asustados y no sabían qué hacer ni por donde empezar. La lava roja y ardiente avanzaba a gran velocidad y dejaba un rastro de destrucción a su paso. Max pensó en lo que debían hacer y les dijo a los habitantes que debían evacuar el pueblo e ir a zonas seguras como una cueva en lo alto de la montaña. También les pidió que se alistaran para hacer barreras que pudieran contener la lava.
La gente del pueblo comenzó a trabajar juntos, Max los dirigió y les ayudó en todo lo que necesitaban. Mientras los habitantes trabajaban en las barreras, Max se encargaba de hacer rondas para buscar a los animales y llevarlos a lugares seguros. Él era muy hábil en esto, ya que conocía muy bien el bosque y sabía dónde estaban los animales.
La lava seguía acercándose y parecía que estaba por destruir el pueblo. Pero gracias a la ayuda de Max y la solidaridad de la gente, lograron contener la lava. El río de fuego y lava se detuvo al chocar contra la barrera construida por los habitantes.
Todos se abrazaron y agradecieron a Max y Pedro por su ayuda invalorable. Desde ese día, Max y Pedro se convirtieron en héroes del pueblo de la Montaña. Los habitantes les prepararon una gran fiesta para agradecerles. Max demostró que con su astucia y valentía, las cosas pueden cambiar y los peligros pueden superarse.
Después de la fiesta, Max y Pedro regresaron a su hogar en la pequeña aldea rodeada de montañas. Max y Pedro eran más felices que antes, sabiendo que habían ayudado a muchos y que habían hecho la diferencia. Max continuó trabajando como guardián del bosque y protector de la aldea, mientras que Pedro se convirtió en uno de los vecinos más respetados de la aldea.
Max y Pedro demostraron que la ayuda nunca está de más y que siempre es necesaria. Las circunstancias pueden cambiar en cualquier momento y siempre hay que estar atentos para poder ayudar y hacer la diferencia. Gracias a Max, la Montaña logró sobrevivir y salvar muchas vidas. Además, la astucia y la valentía de Max inspiraron a muchos habitantes de la aldea y los hizo creer que siempre hay esperanza en los momentos más difíciles. Y así, Max y Pedro vivieron felices para siempre, siendo recordados en la aldea como los héroes que salvaron a la Montaña.
