El Perro de la Ciudad de los Caramelos. Érase una vez, en la Ciudad de los Caramelos, un pequeño y simpático perro callejero llamado Roco. Roco vivía en las calles de la ciudad, comiendo restos de comida que encontraba en el suelo y durmiendo donde podía.
Un día, Roco decidió aventurarse fuera de la Ciudad de los Caramelos y caminar por los alrededores. Roco nunca había salido de la ciudad y estaba emocionado por conocer nuevos lugares.
Después de caminar un rato, Roco llegó a un bosque frondoso y verde. Allí, vio muchas cosas nuevas que nunca había visto antes: árboles altos y tupidos, pájaros volando por encima de su cabeza y una pequeña casa de madera.
Roco se acercó a la pequeña casa de madera y olió algo delicioso que venía del interior. Al acercarse todavía más, vio que la puerta estaba medio abierta y decidió entrar. Lo que encontró dentro le dejó boquiabierto: en el centro de la habitación había una gran mesa llena de deliciosos caramelos de todos los colores y sabores.
Roco, que nunca había probado caramelos antes, no podía creer lo que veía. Saltó sobre la mesa y, sin pensarlo dos veces, empezó a devorar los caramelos más deliciosos que había probado en su vida.
De repente, la puerta de la casa se abrió y una mujer vieja y amable entró en la habitación. La mujer vio a Roco comiendo los caramelos y, en lugar de enfadarse, sonrió y le ofreció un poco de agua fresca.
Roco estaba un poco asustado por la aparición de la mujer, pero también estaba feliz por la atención que le estaba prestando. Él nunca había conocido a alguien tan agradable.
La mujer le preguntó a Roco de donde venía y él le contó toda la verdad sobre su vida en las calles de la Ciudad de los Caramelos. La mujer, que tenía compasión por Roco, le ofreció un hogar y un lugar donde vivir en su pequeña casa.
Durante algunos días, Roco se sentía muy a gusto en la casa de la mujer. Tenía comida, agua y un lugar suave y cálido para dormir. Pero después de un tiempo, Roco empezó a sentir que algo le faltaba. A pesar de que tenía todo lo que necesitaba, extrañaba su vida en las calles de la Ciudad de los Caramelos.
Uno de los días que Roco se aventuró a salir de la casa, se encontró con un grupo de perros callejeros que estaban deambulando por el bosque. Los perros no eran nada amigables con Roco al principio, pero después de algunos minutos de conversación, Roco les contó su historia sobre cómo había llegado a vivir con la anciana.
Los perros callejeros estaban muy impresionados por la historia de Roco y decidieron hacerle un cambio de imagen. En poco tiempo, le habían enseñado a Roco cómo vivir en la calle, buscar comida y cómo sobrevivir fuera del hogar lujoso de la anciana.
Después de aprender todas las cosas que necesitaba saber sobre cómo sobrevivir en la calle, Roco decidió que era hora de volver a la Ciudad de los Caramelos. ¡Extrañaba su hogar y a sus amigos callejeros!
Cuando Roco llegó a la Ciudad de los Caramelos, sus amigos callejeros se alegraron mucho al verlo de nuevo. Le preguntaron cómo había sido la vida en una casa y si se había aburrido. Roco les contó todas sus aventuras y les mostró todo lo que había aprendido mientras estaba fuera.
Los amigos callejeros de Roco se sorprendieron gratamente al ver lo diferente que era Roco: ¡había crecido y había madurado mucho en poco tiempo! Roco ahora estaba preparado para hacer frente a cualquier tipo de situación, ya sea buena o mala.
Después de este viaje de aventura, Roco se dio cuenta de que la vida en la calle puede ser difícil, a veces, pero también puede ser emocionante y divertida. Ahora, cada día era un nuevo desafío para Roco, en el que tenía que buscar comida y tratar de sobrevivir de la manera que pudiera. Pero, incluso en los días más difíciles, Roco sabía que tenía amigos que lo apoyarían, y eso era lo más importante para él.