El Perrito del Circo. Érase una vez un perrito que vivía en un circo. Era un perrito muy especial, pues tenía muchos talentos que deleitaban a grandes y chicos. Sabía hacer malabares con pelotas, saltar a través de aros de fuego, caminar sobre sus patas traseras y muchas otras cosas que asombraban a todos los espectadores.
Pero a pesar de ser tan talentoso, el perrito no estaba muy contento. Sentía que estaba atrapado en el circo y que nunca podría disfrutar de la vida fuera de las jaulas que le habían asignado desde que era cachorro.
Un día, mientras el perrito ensayaba sus trucos, notó que un niño lo miraba con mucha atención. El niño se acercó a la jaula y le preguntó al perrito:
– ¿Por qué estás triste, perrito?
El perrito, sorprendido de que el niño pudiera entender su tristeza, le respondió:
– Estoy triste porque siento que mi vida está limitada al circo. Me gustaría correr por los campos, jugar con otros perros y explorar el mundo que hay fuera de aquí.
El niño sonrió y le dijo:
– No te preocupes, perrito. Yo te ayudaré a salir de aquí y a disfrutar de la vida fuera de las jaulas.
El perrito, asombrado de que alguien quisiera ayudarlo, le preguntó:
– ¿Cómo lo vas a hacer?
El niño le contó su plan. Él había visto que los hombres que cuidaban del circo siempre dejaban la jaula del perrito abierta durante la noche para que pudiera hacer sus necesidades en una pequeña área al lado. El niño planeaba esperar hasta la noche para abrir la puerta de la jaula y llevar al perrito a casa.
El perrito, emocionado por la idea, aceptó y comenzó a esperar ansioso la llegada de la noche. Cuando por fin llegó, el niño se acercó sigilosamente a la jaula del perrito, abrió la puerta y lo dejó salir.
El perrito corrió tan rápido como pudo, saltando y girando en círculos de felicidad, respirando el aire fresco y limpio que el circo no podía ofrecerle. Sentía que su vida había cambiado para siempre, y que ahora todo era posible.
Juntos, el niño y el perrito exploraron el mundo. Jugaron en parques, chapotearon en ríos y corrieron por el campo. El perrito estaba emocionado de conocer todas estas nuevas experiencias y estaba agradecido a su amigo por liberarlo.
Un día, mientras exploraban un bosque cercano, se encontraron con un campamento de scout. Los niños estaban encantados de conocer al perrito y rápidamente lo invitaron a unirse a su grupo. El perrito, feliz de adoptar una nueva familia, aceptó.
Los scouts le enseñaron a hacer nuevos trucos, como buscar objetos escondidos, salir corriendo y esconderse, y proteger a los niños. El perrito se convirtió en el mejor amigo de los scouts, y ellos compartieron muchas aventuras.
Pero a pesar de que le gustaba su nueva vida, el perrito nunca olvidó su pasado. Siempre recordaba el circo donde había nacido y la gente que lo había visto realizar sus trucos. Un día, cuando estaba con sus amigos scouts, el perrito decidió que quería volver al circo y visitar a sus antiguos compañeros.
Cuando llegó al circo, se encontró con que todo había cambiado. Las jaulas estaban vacías y la gente se había marchado. El perrito buscó a sus amigos, pero no pudo encontrarlos.
Entonces, mientras caminaba por el circo desolado, algo llamó su atención. Era una pequeña tienda donde se vendían pelotas y aros de fuego. El perrito se acercó y descubrió que los dueños de la tienda eran sus antiguos cuidadores del circo. Ellos habían decidido retirarse del circo y abrir la tienda para seguir ganándose la vida.
El perrito saltó de alegría y corrió a través de los aros de fuego, tal y como lo había hecho en el circo. Los dueños de la tienda lo miraron sorprendidos, pero luego sonrieron y comenzaron a aplaudir. Le preguntaron al perrito si quería volver al circo y mostrar sus trucos una vez más.
El perrito, feliz de volver a su hogar, aceptó de inmediato. Se fue con sus antiguos cuidadores y volvió al circo para mostrarle al mundo sus nuevos trucos y todo lo que había aprendido.
Desde ese día en adelante, el perrito pasó la mayor parte de su tiempo en el circo, pero también visitaba a sus amigos scouts y disfrutaba de la vida fuera de las jaulas. Nunca olvidó el valor de la amistad y la libertad, y disfrutó de todo lo que la vida tenía que ofrecer.