El Perrito de la Isla de las Aventuras. Érase una vez un pequeño perrito llamado Toby que vivía en la Isla de las Aventuras. Era un lugar mágico lleno de colores, sonidos y sorpresas; donde los animales hablaban y se divertían juntos. Toby era un aventurero nato y siempre quería descubrir rincones nuevos de la isla. Un día, mientras paseaba por la playa, oyó un ruido extraño. Era un barco que acababa de atracar en la costa.
-¡Qué curioso! -pensó Toby-. Nunca he visto un barco así por aquí.
Toby se acercó a la orilla del mar para ver mejor. El barco era enorme y de un color muy brillante. De repente, la puerta del barco se abrió y salió una niña que llevaba un extraño bote con forma de concha marina.
-Hola, ¿se puede saber quién eres tú? -preguntó Toby.
-Soy Mia -dijo la niña-. He venido desde muy lejos para jugar contigo y descubrir juntos los secretos de la Isla de las Aventuras.
Toby se quedó asombrado. ¿Cómo era posible que alguien supiera de la existencia de la isla? ¿Qué secretos quería descubrir con Toby?
-¡Qué bien! -dijo Toby al fin-. Yo también adoro las aventuras y nunca me he aburrido en esta isla. Será genial conocer más cosas junto a ti, Mia.
En ese momento, un avestruz se acercó a ellos y dijo:
-¡Hola, chicos! He oído que vais a explorar la isla. ¿Os importa si me uno a vosotros? Soy muy bueno en señalar el camino correcto.
-¡Vale, Miki! -dijo Toby-. Será mejor ir juntos para explorar más rápido.
Los tres caminaron por la playa y se dirigieron hacia la selva que rodeaba la isla. Allí, descubrieron un camino de flores de colores que les llevó hasta una enorme cascada. La cascada era tan alta que el agua caía con fuerza sobre las piedras y creaba un arco iris en el aire.
-¡Qué maravilla! -exclamó Mia-. Esta cascada es el tesoro más bonito que he visto nunca.
-Y hay algo más -dijo Miki-. Si miramos atentamente, podemos ver un arco de piedra detrás de la cascada. Creo que hay una cueva allí.
Toby, Mia y Miki se metieron entre la vegetación para poder ver mejor. Y, efectivamente, allí estaba la cueva detrás de la cascada. Era un lugar oscuro y misterioso, pero a la vez lleno de luz y vida. Había animales de todo tipo: pájaros, murciélagos, monos, serpientes…
-¡Qué guay! -dijo Mia un poco asustada-. Pero, ¿y si nos perdemos aquí dentro?
-No te preocupes, Mia -dijo Toby-. Miki sabe muy bien cómo movernos por aquí. Vamos a seguirle.
Y así, los tres amigos empezaron a recorrer la cueva, descubriendo nuevos tesoros a cada paso. A veces, la cueva era tan estrecha que tenían que gatear para poder avanzar. Otras veces, el suelo estaba cubierto de agua y tenían que saltar de piedra en piedra para no mojarse. Pero, aunque fuera difícil, siempre había algo nuevo y emocionante que descubrir.
Finalmente, después de algunas horas, llegaron a una enorme sala que parecía la guarida de un dragón. Había enormes piedras de cristal que brillaban mágicamente, y unas rocas gigantes que parecían estar vivas. En el centro de la sala, había una gran llave dorada.
-¡Esa es la llave que buscábamos! -exclamó Mia, emocionada-. La necesitamos para abrir el candado de la puerta de nuestro barco.
-Podéis llevarla si queréis -dijo una voz extraña, que parecía venir de la nada-. Pero tendréis que adivinar mi nombre si queréis que os dé la llave.
-¿Qué? ¿Cómo podemos adivinar tu nombre? -preguntó Toby.
-Podéis intentarlo -dijo la voz-. Yo soy el guardián de la cueva, el espíritu del dragón. Si adivináis mi nombre, os llevaréis la llave de la puerta.
Toby, Mia y Miki se quedaron unos minutos pensando. ¿Cómo podían averiguar el nombre del espíritu del dragón? De repente, Toby recordó un libro de cuentos que había leído en la biblioteca de la isla. En él, había un dragón llamado Rugiero que siempre decía su nombre cuando hablaba.
-¿Eres Rugiero? -preguntó Toby, con un poco de miedo.
El espíritu del dragón se quedó impresionado.
-¡Correcto! -dijo al fin-. Habéis adivinado mi nombre. Os llevaréis la llave de la puerta.
Toby, Mia y Miki cogieron la llave y salieron de la cueva. Ahora, su camino era de vuelta al barco, donde seguirían disfrutando de nuevas aventuras. Pero esta vez lo harían más seguros y confiados de contar unos con otros, y con la ilusión de volver a explorar los secretos de la Isla de las Aventuras.