El Perrito de la Cima del Everest. Érase una vez, en una montaña muy alta y majestuosa, un pequeño perrito llamado Rex. Vivía en la cima del Everest, uno de los lugares más fríos y peligrosos del mundo, donde la nieve y el hielo cubrían todo a su alrededor y el viento soplaba con fuerza.
Rex era un perro valiente y aventurero que había nacido y crecido en la montaña junto a su familia. Desde que era un cachorro, había explorado cada rincón de la cima del Everest y conocía todos sus secretos. Pero siempre había algo que lo inquietaba y lo hacía sentir triste: no tenía amigos con quien compartir sus aventuras.
A pesar de que había otros animales en la montaña, como los zorros, los lobos y los pájaros, Rex nunca había encontrado a un ser vivo que quisiera jugar con él o compartir su tiempo. Esa soledad lo abrumaba y lo hacía sentir triste.
Un día, mientras trotaba por la nieve, Rex escuchó un ruido extraño. Era un sonido como de llanto, que venía de una cueva cercana. Con su aguda visión de perro, vio que una pequeña foca había quedado atrapada en un bloque de hielo y no podía moverse.
Inmediatamente, Rex se acercó a la foca y empezó a ladrar para llamar su atención. La foca, sorprendida por haber sido encontrada, miró al perro con una mezcla de miedo y asombro. Rex se acercó a lamersueavuelta y, con un gesto amistoso, empezó a intentar liberar a la foca.
Después de varios intentos, Rex logró que la foca quedara libre y pudiera moverse con facilidad. La foca, agradecida y feliz, empezó a saltar y a jugar alrededor del perro, como si hubieran sido amigos desde siempre.
Rex, por su parte, se sintió aliviado por haber encontrado a alguien con quien compartir su tiempo. La foca, al ver que el perro estaba solo en la montaña, decidió quedarse con él y hacerle compañía.
A partir de ese día, Rex y la foca vivieron muchas aventuras juntos. Juntos exploraron la montaña, desde los más altos picos hasta las cuevas más escondidas. Compartieron los secretos de la cima del Everest y se apoyaron mutuamente en los momentos difíciles.
Con el tiempo, otros animales de la montaña se unieron a ellos y formaron una gran comunidad. Lobos, zorros, aves y otros animales se convirtieron en amigos y compañeros de aventuras de Rex y la foca.
Rex, que antes se sentía solo y triste, había encontrado en la cima del Everest una familia y amigos que lo querían y lo apoyaban. Y aprendió que, a veces, la amistad y la compañía pueden encontrarse en los lugares más inesperados.
Desde entonces, Rex fue un perro muy feliz y aventurero, que siempre encontraba nuevas aventuras en la cima del Everest junto a sus amigos. Y nunca volvió a sentirse solo ni triste, porque sabía que tenía a su familia y amigos cerca, para apoyarlo en todo momento.