Érase una vez, en un pequeño estanque enclavado en el corazón de un denso bosque, vivía una familia de patos. La mamá pato estaba orgullosa de sus hermosos y graciosos hijos, que nadaban y jugaban juntos en las aguas cristalinas del estanque. Sin embargo, había un patito que era diferente a todos los demás.
Este patito era más grande y torpe que los demás, y tenía un aspecto andrajoso y descuidado. Los otros patitos a menudo se burlaban y molestaban al patito feo, insultándolo y excluyéndolo de sus juegos.
Sintiéndose solo y marginado, el patito feo a menudo se alejaba del estanque, buscando consuelo en la tranquilidad del bosque. A medida que cambiaban las estaciones y se acercaba el invierno, los otros patitos se pusieron gordos y lustrosos, pero el patito feo permaneció flacucho y torpe.
Una noche fría y tormentosa, el patito feo vagaba por el bosque cuando se topó con un grupo de cisnes. Los cisnes eran hermosos y graciosos, y el patito feo sintió una repentina punzada de celos y admiración.
Pero para su sorpresa, los cisnes dieron una calurosa bienvenida al patito feo y lo invitaron a unirse a ellos. Mientras el patito feo nadaba y jugaba con los cisnes, comenzó a crecer y cambiar. Sus plumas se volvieron blancas y brillantes, y sus movimientos se volvieron más gráciles y elegantes.
Los otros patitos, que una vez se burlaron y excluyeron al patito feo, ahora miraban con asombro al hermoso cisne que una vez había sido su hermano marginado. El patito feo finalmente había encontrado a su verdadera familia y vivió feliz para siempre con los cisnes en el pacífico estanque del bosque.