El oso y la abeja

Tiempo de lectura: 5 minutos

El oso y la abeja
¿PREFIERES UN AUDIOCUENTO?

Si prefieres, puedes escuchar el cuento mientras haces otras tareas

El oso y la abeja. Érase una vez un gigantesco oso que vivía en lo alto de una ladera, rodeada de praderas llenas de flores y arbustos. El oso era un mamífero fuerte e imponente, que habitaba en su cueva y apenas salía de allí. Un día, mientras se disponía a dormir, una pequeña abeja entró en la cueva del oso. El oso se despertó sobresaltado y, en un arranque de ira, intentó aplastar a la abeja con una de sus enormes patas.

La abeja, asustada, se defendió como pudo, picando al oso en la nariz. El oso sintió un dolor agudo en su nariz y, en un gesto de rabia, comenzó a perseguir y atacar a la abeja. La abeja volaba en círculos a su alrededor, zumbando sin cesar.

La abeja le dijo al oso: “Por favor, no me hagas daño. Yo no te he hecho nada. Sólo estaba buscando un poco de miel para llevar a mi colmena”.

El oso, confundido y sorprendido, decidió detenerse y escuchar a la abeja. La abeja le explicó que las abejas eran importantes polinizadores de las flores, y que sin ellas muchas plantas no podrían sobrevivir. El oso nunca había escuchado hablar sobre polinización, y se sintió intrigado por las palabras de la abeja.

A partir de ese momento, el oso y la abeja se convirtieron en amigos inseparables. La abeja llevaba al oso a recorrer los campos y le enseñaba acerca de las plantas y los árboles, de cómo crecían y de cómo se reproducían. El oso comenzó a escuchar más y a hablar menos, y poco a poco fue descubriendo que todos los seres vivos eran importantes en la naturaleza, y que cada uno tenía un papel importante que desempeñar.

Un día, mientras el oso y la abeja estaban paseando por la pradera, se encontraron a una ardilla que se lamentaba en voz alta. La ardilla tenía un trozo de corteza de árbol atascado en su boca, y no podía comer ni beber. La abeja le sugirió al oso que la ayudara a sacar el trozo de corteza de la boca, y así lo hizo. La ardilla, agradecida, dijo: «Muchas gracias, Oso y Abeja. Sois muy amables y considerados conmigo».

El oso se dio cuenta de que los demás animales de la pradera también tenían necesidades, deseos y sentimientos, y que él podía ayudarles de la misma manera que la abeja le había ayudado a él. A partir de ese momento, el oso se convirtió en el protector de todos los animales de la pradera.

Se aseguraba de que tuvieran suficiente alimento y de que estuvieran protegidos de los peligros, como la caza furtiva, los cazadores y los depredadores. El oso y la abeja se convirtieron en los líderes de la pradera, y todos los animales los seguían y respetaban.

Un día, mientras el oso y la abeja estaban descansando en una pradera, un grupo de cazadores armados apareció de repente. Los cazadores estaban decididos a atrapar a los animales de la pradera y venderlos. Los animales de la pradera se asustaron mucho y corrieron en todas direcciones. El oso y la abeja trataron de calmarlos, pero los animales estaban demasiado asustados.

El oso decidió enfrentarse a los cazadores para proteger a sus amigos. Los cazadores apuntaron sus armas al oso, pero en ese momento la abeja se posó sobre el cañón de una de las armas, impidiendo que se disparara.

La abeja dijo: «Escuchad, cazadores. Los animales de la pradera no son juguetes ni objetos que podéis vender. Son seres vivos que merecen respeto y consideración. Si los cazáis para venderlos, les estaréis negando su derecho a vivir y a disfrutar de su entorno natural. Os pido que dejéis a estos animales en paz, y que os vayáis de aquí sin hacerles daño”.

Los cazadores se quedaron sorprendidos por las palabras de la abeja, pero finalmente decidieron hacer caso de su petición. Los animales de la pradera estaban a salvo, gracias al valor y la empatía del oso y la abeja.

El oso y la abeja se convirtieron en héroes de la pradera, y todos los animales les agradecieron su valentía y su consideración. A partir de ese momento, la pradera se convirtió en un lugar más seguro y agradable para todos los seres vivos que la habitan.

Desde entonces, el oso se convirtió en un animal más amable y considerado, que escuchaba y comprendía las necesidades y deseos de los demás. La abeja se convirtió en su mejor amiga y su mayor maestra, y la pradera en un lugar más hermoso y emocionante que nunca.

Y así, el oso y la abeja continuaron su amistad, cuidando de la naturaleza y enseñando a otros animales la importancia de la empatía y el respeto por los demás seres vivos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El oso y la abeja
¿Te ha gustado «El oso y la abeja»?
¡Compártelo con tus amigos!
Facebook
Twitter
Pinterest
WhatsApp
Email
Imprimir