El niño y la nube. Érase una vez un niño muy curioso llamado Lucas. Desde pequeño, Lucas siempre estaba interesado en aprender cosas nuevas. Le gustaba leer, hacer preguntas y explorar su mundo. Pero había algo que le costaba mucho entender: no siempre se ponía en el lugar de los demás. A veces, cuando sus amigos se sentían tristes o necesitaban ayuda, Lucas no sabía qué decir o cómo actuar. Por eso, sus padres y su maestra le explicaron que la empatía era muy importante para ser una buena persona.
Un día, mientras caminaba por el campo, Lucas encontró una nube muy extraña. No era como las demás, tenía una forma curiosa y parecía muy solitaria. Lucas se acercó a la nube y la saludó. Pero la nube no respondió, seguía ahí, quieta y triste. Lucas se sintió mal por ella, así que decidió hablar con ella un rato. Le preguntó qué le pasaba y por qué estaba sola. La nube le contó que no se sentía comprendida por los demás y que todos la juzgaban por su apariencia diferente.
Lucas entendió perfectamente lo que la nube sentía, porque él también había pasado por momentos difíciles en su vida. Recordó cómo se sintió cuando se mudó de casa y tuvo que hacer amigos nuevos en el colegio. Eso le hizo darse cuenta de lo importante que era ponerse en el lugar de los demás y entender sus sentimientos. Así que decidió hacer algo especial por la nube: la invitó a jugar con él y sus amigos.
La nube aceptó encantada, pero también le explicó a Lucas que le daba miedo ser juzgada por su apariencia. No quería que las demás nubes se burlaran de ella. Pero Lucas le aseguró que sus amigos eran muy comprensivos y que le encantaría conocerla. Así que juntos, Lucas y la nube fueron a buscar a los amigos de Lucas.
Cuando encontraron a sus amigos, Lucas les presentó a la nube y les explicó su historia. Todos los amigos de Lucas escucharon atentamente y le dijeron a la nube que era bienvenida a su grupo. Juntos, jugaron a buscar figuras en las nubes y adivinar historias. La nube se divirtió muchísimo y se dio cuenta de que no importaba su apariencia, lo que importaba era la compañía y la diversión.
Después de jugar, Lucas le preguntó a la nube cómo se sentía. La nube le dijo que nunca se había sentido tan feliz. Se dio cuenta de que había encontrado amigos verdaderos, que la aceptaban tal y como era. Lucas se sintió muy contento de haber ayudado a la nube y de haber aprendido la importancia de la empatía.
Desde ese día, Lucas decidió que siempre trataría de entender los sentimientos de los demás. Sabía que no siempre sería fácil, pero con un poco de esfuerzo y cariño, podía hacer la diferencia en la vida de alguien más. Siempre recordaría a la nube y a lo mucho que le había enseñado.
La nube también aprendió una lección importante. Aprendió que no hay nada más valioso en la vida que tener amigos verdaderos y aceptarte a ti mismo. A veces, nos dejamos llevar por lo que los demás piensan de nosotros y perdemos de vista lo importante que es ser feliz con quienes somos. La nube se sintió afortunada de haber encontrado a Lucas y sus amigos, y sabía que siempre los recordaría como una luz en su vida.
Así que Lucas y la nube se despidieron, pero sabían que siempre se tendrían en su corazón. Lucas se fue a casa, sintiéndose más feliz que nunca. Sabía que había hecho algo bueno por alguien más, y eso le daba una gran satisfacción. Además, aprendió que la empatía era la clave para hacer amigos verdaderos y comprender los sentimientos de los demás.
Desde ese día, Lucas siempre se aseguró de ser un buen amigo y de ponerse en el lugar de los demás. Siguió explorando su mundo y aprendiendo cosas nuevas, pero también se aseguró de que sus acciones demostraran lo mucho que se preocupaba por su comunidad. A veces, se encontraba con nuevas nubes y recordaba lo mucho que había aprendido de esa nube solitaria en el campo. Y en su corazón, sabía que siempre estaría lleno de empatía y compasión.
Y así, concluye nuestra historia. La historia de un niño y una nube, que juntos, aprendieron la importancia de la empatía y la enseñanza de ser un buen amigo. Una historia llena de amor, amistad y comprensión. Y ahora, esperamos que tú también puedas ser un buen amigo y poner en práctica la empatía en tu vida. ¡Nunca subestimes el poder de una sonrisa o de un abrazo, pueden marcar la diferencia en la vida de alguien más!