El niño que aprendió la empatía. Érase una vez un niño llamado Tomás que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Tomás era un niño feliz, siempre sonreía y le encantaba ayudar a sus vecinos. Sin embargo, había algo en lo que Tomás no era muy bueno, y era en ponerse en el lugar de los demás.
Un día, mientras caminaba por el pueblo, Tomás se encontró con un grupo de niños que estaban jugando en el parque. Entre ellos había una niña con la piel oscura y el cabello rizado que parecía estar sola. Tomás se acercó a ella y le preguntó si quería jugar con ellos, pero la niña solo lo miró y se alejó.
Tomás regresó a casa triste y confundido. No comprendía por qué la niña no quería jugar con ellos y le preguntó a su mamá. Ella le explicó que todas las personas somos diferentes y que debemos respetar y aceptar a los demás sin importar su apariencia, género, raza o cultura.
A partir de ese día, Tomás decidió aprender todo sobre la empatía y la inclusión. Leyó libros, hizo preguntas y habló con sus vecinos sobre las diferentes culturas que existían. Pronto se dio cuenta de que no había una sola forma de ser y que cada persona era única y especial a su manera.
Un día, mientras caminaba por el bosque, Tomás se encontró con un ciervo atrapado en una red. Él acercó al ciervo y lo liberó, pero se dio cuenta de que el ciervo estaba herido. Tomás decidió llevar al ciervo a su casa para curarlo.
Mientras cuidaba del ciervo, Tomás se dio cuenta de que no estaba solo en el mundo. Había muchas criaturas, humanas y animales, necesitadas de ayuda y amor. Él estaba determinado a ser una persona inclusiva y solidaria, no solo con los humanos sino con los animales también.
Más tarde ese día, Tomás decidió compartir su conocimiento de inclusión y empatía con sus amigos. Se reunió con ellos en el parque y les explicó lo que había aprendido. Les habló de la importancia de aceptar y respetar a todas las personas sin importar sus diferencias.
Sus amigos le escucharon con atención y, al final, decidieron que trabajarían juntos para hacer de su pueblo un lugar inclusivo y acogedor para todos. Juntos planean hacer actividades y eventos que celebran la diversidad. Su primera idea es organizar un festival en el que se puedan compartir las diferentes culturas de su pueblo.
Gracias a la determinación y esfuerzo de Tomás y sus amigos, el pueblo se convierte en un lugar más acogedor y amable, donde todas las personas se sienten bienvenidas.
Tomás se dio cuenta de que la empatía es una habilidad crucial y que es algo que se debe practicar todos los días. Aprendió que ponerse en el lugar de los demás es la única forma de ver las cosas desde otra perspectiva: que es la única forma de apreciar y valorar a todos.
Desde ese día, Tomás se convierte en un modelo a seguir para el resto del pueblo, y todos se enorgullecen de él como un amigo y vecino maravilloso.
Cuenta la historia que tomás creció siendo un hombre que siempre recordaba la empatía y la inclusión. Se convirtió en un líder comunitario que ayudó a construir una sociedad más justa y equitativa. Y se convirtió en un amigo fiel y amable para todos aquellos que necesitan una mano amiga.
La historia de Tomás es una historia sobre la empatía y la inclusión. Es una historia de aprender a apreciar a cada persona por quienes y por lo que son. Y es una historia que inspira a los demás a practicar la empatía y la inclusión: que en el mundo hay un lugar para todos.