El niño que aprendió a respetar a los demás. Érase una vez un niño llamado Juanito que había crecido en un hogar donde todas las decisiones giraban en torno a él. Sus padres le daban todo lo que quería y nunca se preocupaban por las necesidades de los demás. Juanito creció sin saber cómo ser empático o considerado con los demás. Hasta que un día, sus padres lo llevaron a un viaje que lo cambiaría para siempre.
Juanito estaba muy emocionado con el viaje, pero cuando llegaron al destino, se dio cuenta de que iba a ser diferente a lo que esperaba. Estaban en un pequeño pueblo donde la gente trabajaba en equipo y ayudaba a los demás. Juanito no entendía por qué la gente se preocupaba tanto por los demás cuando deberían preocuparse por sí mismos.
Un día, mientras paseaban por el pueblo, Juanito vio a un grupo de niños jugando y decidió unirse a ellos. Él era muy buen jugador, así que ganó todos los juegos y no dejaba que los otros niños ganaran. Juanito se divertía mucho, pero no se daba cuenta de que los otros niños se sentían excluidos y tristes al no ganar ningún juego.
Esa noche, Juanito se dio cuenta de que había hecho algo malo. Se sintió avergonzado y triste al pensar en cómo había hecho sentir a los otros niños. Decidió que al día siguiente se disculparía y trataría de jugar con ellos de manera justa.
Al día siguiente, Juanito se acercó a los niños y les dijo que sentía mucho haberlos hecho sentir mal y que quería jugar con ellos de manera justa. Los niños se sorprendieron por su disculpa, pero decidieron darle otra oportunidad. Jugaron juntos y esta vez, Juanito no dejó que ganara todo el tiempo. Comenzó a ser más considerado y a tratar a los otros niños con respeto.
A partir de ese día, Juanito comenzó a mirar a su alrededor y a darse cuenta de que había muchas personas en el pueblo que necesitaban ayuda. Comenzó a ofrecer su ayuda y a trabajar en equipo con los demás. Se sintió bien al hacer esto y descubrió que ayudar a los demás lo hacía sentir mejor consigo mismo.
Con el tiempo, Juanito se dio cuenta de que la empatía y el respeto hacia los demás eran importantes. Aprendió que al ponerse en el lugar de los demás y comprender sus necesidades, podía ser una mejor persona y hacer un cambio positivo en el mundo. También aprendió que trabajar en equipo y ayudar a los demás era mucho más gratificante que trabajar solo y solo por su propio beneficio.
Cuando llegó la hora de regresar a casa, Juanito estaba emocionado por compartir todo lo que había aprendido con sus padres. Les contó sobre el pueblo donde la gente se preocupaba uno por el otro y trabajaba en equipo. Les dijo que había aprendido a respetar a los demás y que quería ser una persona empática.
Los padres de Juanito estaban sorprendidos al escuchar lo que su hijo había aprendido en el viaje. Se sintieron orgullosos de él y comenzaron a cambiar su actitud en casa. Empezaron a ser más considerados y a preocuparse más por las necesidades de los demás.
Y así, Juanito enseñó a sus padres lo que había aprendido en el pueblo. Él les enseñó la importancia de ser empáticos, respetuosos y ayudar a los demás. De esa manera, se convirtió en un ejemplo para los demás y ayudó a su familia a ser una familia más fuerte y amorosa.
Desde aquel viaje, Juanito seguía preocupándose por los demás y ayudando en su comunidad. Se había convertido en una persona cariñosa, compasiva y considerada, que inspiraba a los demás a hacer lo mismo. Y así, Juanito, junto con sus compañeros de pueblo, había hecho una pequeña contribución para hacer del mundo un lugar mejor.