El niño que aprendió a escuchar a los demás. Érase una vez un niño que se llamaba Juanito. Era un niño bastante especial, ya que era muy inteligente y siempre estaba muy concentrado en aquello que estaba haciendo, ya sea coloreando un dibujo, construyendo torres con sus bloques o leyendo cuentos en su biblioteca. Juanito era feliz así, pero a menudo, se sentía solo porque no sabía cómo interactuar con los demás.
Un día, mientras paseaba por el parque, Juanito encontró una pequeña ardilla atrapada en una rama del árbol. «Hola, ¿necesitas ayuda?», preguntó Juanito. La ardilla asustada respondió débilmente: «Sí, por favor ayúdame». Juanito trabajó duro para liberar a la ardilla, y cuando finalmente lo logró, la pequeña criatura lo miró agradecida y dijo: «Gracias, eres un buen amigo». Estas palabras llenaron el corazón de Juanito de felicidad. Durante los días siguientes, Juanito se fue al parque todas las mañanas para darle de comer a la ardilla. Pronto, la ardilla se convirtió en su amiga.
Pero a pesar de su nueva amistad, Juanito aún se sentía un poco solo, y se preguntaba cómo podría conectarse con otros niños de su edad. Un día, mientras caminaba por el parque, escuchó a un grupo de niños riendo y jugando juntos. Juanito quiso unirse a ellos, pero no estaba seguro de cómo hacerlo. Se acercó tímidamente e intentó unirse a su juego, pero los niños no parecían interesados en él. Entonces, Juanito recordó lo que le había sucedido con la ardilla, y decidió escuchar a los demás en lugar de intentar forzar situaciones.
Pronto, Juanito se fue al parque todas las tardes, y aunque nunca jugaba con los otros niños, los observaba mientras jugaban. Escuchaba sus conversaciones, sus risas y sus emociones. Juanito aprendió que el secreto para conectarse con los demás no era sólo hablar, sino también escuchar. Él aprendió que el simple acto de escuchar a los demás generaba lazos de amistad y empatía.
Así, los días pasaron, y Juanito se fue dando cuenta de que había muchos niños en el parque que eran como él, y que también tenían dificultades para hacer amigos. Algunos eran demasiado tímidos, otros eran demasiado agresivos, pero todos ellos parecían estar en el mismo barco que Juanito. Él decidió que quería ayudarlos y hacerlos sentir menos solos. Por lo tanto, Juanito comenzó a escuchar atentamente a cada uno de ellos, y poco a poco, empezaron a confiar en él.
Un día, Juanito vio que uno de los niños lloraba. Se acercó a preguntar si todo estaba bien. El niño triste le contó a Juanito que su perro había muerto y que se sentía muy solo sin él. Juanito sabía que era el momento de aplicar todo lo que había aprendido a lo largo de los días. Escuchó las emociones del niño, le preguntó cómo se sentía y le ofreció su hombro para llorar. El niño estaba sorprendido de que alguien le importara tanto. Agradecido por escuchar y por estar allí para él en su momento de necesidad, este niño se convirtió en el amigo más cercano de Juanito.
Desde entonces, Juanito se convirtió en el niño al que todos los demás niños acudían cuando necesitaban alguien que los escuchara. Él aprendió que no siempre necesitas hablar para hacer amigos, a veces, sólo tienes que poner atención y escuchar a los demás. Juanito se convirtió en un embajador de la empatía en el parque, y todos los demás niños amaban su presencia.
De este modo, Juanito descubrió que todos los demás niños y niñas tenían un corazón cálido y generoso, y que todos ellos compartían el mismo deseo de ser escuchados y queridos. Todos éramos iguales, y todos necesitábamos el amor y la empatía de los demás.
Y así, Juanito se fue a dormir esa noche con una gran sonrisa en su rostro, sabiendo que había hecho una gran diferencia en la vida de muchos niños. Sabía que había encontrado la sensación de pertenencia que buscaba y cómo formar relaciones de calidad con los demás. Había aprendido que está bien ser diferente y que no siempre es necesario hablar para ser un buen amigo. Escuchar también es importante. Y lo más importante de todo, Juanito se había dado cuenta de que, al ayudar a los demás, realmente se estaba ayudando a sí mismo.
Y así, Juanito durmió profundamente esa noche, sabiendo que había descubierto una de las verdades más importantes de la vida: que escuchar a los demás es una de las mejores maneras de demostrar cuánto los amas y cuánto te importan. Y que el poder de la empatía y la amistad puede cambiar la vida de las personas, incluso si sólo se trata de una ardilla atrapada en una rama del árbol.