El Monstruo del Valle de la Desesperanza

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El Monstruo del Valle de la Desesperanza
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El Monstruo del Valle de la Desesperanza. Érase una vez, en el Valle de la Desesperanza, vivía un monstruo terrible y aterrador. Era alto y musculoso, con una gran cantidad de escamas en su piel y dos enormes colmillos que asomaban por la boca. Los campesinos temían que el Monstruo del Valle de la Desesperanza viniera a llevarse sus cosechas y a devorar a sus familias. Sin embargo, lo peor de todo era el ruido que hacía en las noches, un estridente y aterrador alarido que hacía temblar las ventanas de las cabañas.

La gente del pueblo estaba cansada de soportar sus gritos y de vivir en el temor constante de su aparición. Por lo tanto, convocaron a una reunión de emergencia para decidir qué hacer. El alcalde propuso escribir una carta a los valientes cazadores del pueblo vecino, pero todos sabían que era una empresa arriesgada, porque muchos habían intentado cazarlo sin éxito. Ellos no cruzarían las fronteras del Valle de la Desesperanza.

Sin embargo, en la reunión, un niño de nombre Tomás propuso algo diferente. Él dijo que había tenido un sueño y se le había aparecido el Monstruo del Valle de la Desesperanza. Tomás les contó que el monstruo estaba triste y solo, y que en realidad no era malvado sino que necesitaba ayuda. El muchacho aseguró que era posible hacerle cambiar de opinión y, si lograba hablar con él, podría explicarles sus verdaderas intenciones y arriesgar un diálogo. Nadie creía en Tomás, pero entonces se decidió permitir que fuera a hablar con el monstruo, si, por supuesto, regresaba sano y salvo.

Se le otorgó a Tomás una canasta llena de alimentos y se le envió fuera de la ciudad, hacia el Valle de la Desesperanza en busca del Monstruo. Mientras caminaba, el muchacho se aseguró de seguir las indicaciones que el sueño le había dado. Finalmente, llegó a un claro donde, tras una roca, encontró al monstruo.

– ¿Quién eres tú? – preguntó el Monstruo del Valle de la Desesperanza con una voz rota.

– Soy Tomás – respondió Tomás mientras temblaba de miedo – ¿Tú eres el Monstruo del Valle de la Desesperanza?

– Sí, soy yo – el Monstruo del Valle de la Desesperanza asintió.

– Yo vengo en paz – dijo Tomás, sacando una mano vacía para demostrar que no llevaba armas.

– ¿Por qué has venido? – preguntó el monstruo con curiosidad.

– He venido a hablar contigo – respondió Tomás con determinación – El pueblo donde vivo tiene mucho miedo de ti. Todos se han unido para expulsarte o cazarte. Pero me quedé pensando en lo que podría estar detrás de tus gritos y alaridos. Así que he venido a preguntarte qué necesitas.

El Monstruo del Valle de la Desesperanza se quedó mirando a Tomás durante unos instantes antes de hablar.

– Los humanos son crueles – dijo finalmente – Me temen y me persiguen solo porque no me parezco a ellos. Pero yo solo quiero un lugar donde vivir en paz.

– ¿Puedes demostrármelo? – preguntó Tomás, extendiendo la cesta de comida hacia el monstruo – Toma lo que quieras. Pero te pedimos que por favor pares con los gritos.

El Monstruo del Valle de la Desesperanza parecía indeciso, pero finalmente tomó la comida y comenzó a comerla. Mientras masticaba, los ojos del monstruo se llenaron de lágrimas y le explicó a Tomás que no se había dado cuenta de cómo su comportamiento asustaba a la gente. Él solo estaba mostrando su desesperación al no tener a nadie en quien confiar.

Tomás escuchó con atención mientras el monstruo del Valle de la Desesperanza lloraba. Cuando el monstruo terminó de hablar, Tomás lo abrazó y le dio las gracias. Desde ese día y en adelante, nunca más se oyeron los gritos del monstruo en el Valle de la Desesperanza. Los campesinos de la región nunca más tuvieron miedo de que él volviera a hacerles daño.

La historia de Tomás y el monstro del Valle de la Desesperanza se convirtió en una leyenda popular que se transmitió de generación en generación. Cada vez que los niños de la ciudad necesitaban coraje para enfrentar sus miedos, se contaba la historia de Tomás y el monstruo, con la esperanza de que encontrarían el valor para enfrentar sus propias bestias internas. Gracias a Tomás y su audacia, el monstruo del Valle de la Desesperanza se convirtió en un amigo leal y no más temible. Y aunque la desesperación puede surgir, la existencia un amigo siempre puede ser la forma más adecuada de sacar todos nuestros temores y poder alcanzar la paz y felicidad.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Monstruo del Valle de la Desesperanza
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