El Monstruo del Río de la Desgracia. Érase una vez una pequeña aldea ubicada en las orillas de un río, en el que se decía que habitaba un monstruo llamado el Monstruo del Río de la Desgracia. Los habitantes de la aldea vivían con el temor de que el monstruo apareciera cada vez que se adentraban en esas aguas, por lo que nadie se atrevía a nadar en él.
Había historias lúgubres de personas que habían desaparecido misteriosamente en el río, y se decía que el Monstruo del Río de la Desgracia se alimentaba de las almas de los que osaban aventurarse en sus aguas. La gente de la aldea había intentado cazar al monstruo en varias ocasiones, pero todos habían terminado en fracaso, ya que el monstruo era muy astuto y difícil de atrapar.
Un día, un niño valiente llamado David se cansó de escuchar todas esas historias de miedo y decidió enfrentarse al monstruo. «Seguro que el Monstruo del Río de la Desgracia no es más que un cuento de miedo que los adultos nos han contado para que no nos metamos en el agua», pensó David.
Así que, esa tarde, David se puso su traje de baño, agarró su flotador y se dirigió hacia el río. Los demás niños de la aldea lo miraban con asombro, ya que nadie se había animado a adentrarse en el río en años.
David se sumergió en el agua fresca del río y comenzó a nadar. Al principio, todo parecía tranquilo, pero a medida que iba avanzando, comenzó a sentir una extraña presencia en el agua. De repente, vio una sombra moverse debajo de él. Solo podía ser el Monstruo del Río de la Desgracia. David comenzó a mover sus brazos con más fuerza, tratando de escapar, pero la sombra se acercaba cada vez más.
Cuando la sombra estuvo cerca, David sostuvo su respiración y sumergió su cabeza en el agua para ver qué era lo que lo seguía. Cuando levantó la cabeza de nuevo, se encontró cara a cara con el Monstruo del Río de la Desgracia. El cuerpo del monstruo era enorme, y sus ojos gigantes parecían querer devorarlo vivo.
David pensó en escapar, pero de alguna manera sabía que no debía hacerlo. Se mantuvo quieto, sosteniendo su respiración, mientras el monstruo lo examinaba de cerca. De repente, el monstruo comenzó a hablar con una voz profunda y siniestra.
«¿Qué haces aquí, niño?», preguntó el monstruo.
«Quería ver quién eras», dijo David, aún manteniendo la calma.
El monstruo parpadeó sus enormes ojos y se quedó en silencio por un momento antes de responder. «Soy el Monstruo del Río de la Desgracia», dijo, «pero eso no significa que yo sea malo. Solo protejo a aquellos que se aventuran en estas aguas peligrosas para que no sufran ningún daño».
David se sorprendió al escuchar esto. ¿El monstruo estaba tratando de protegerlo?
«¿Cómo me proteges?», preguntó David.
«Los mantengo alejados», respondió el monstruo. «No es seguro para los humanos nadar en estas aguas. A menudo hay turbulencias y corrientes peligrosas que pueden arrastrarlos hacia el fondo del río. No quiero que ninguno de ustedes se lastime».
David se dio cuenta de que el Monstruo del Río de la Desgracia no era el monstruo malvado que habían estado describiendo durante tanto tiempo en la aldea. De hecho, parecía estar intentando mantener a los humanos a salvo.
«Gracias por protegerme», dijo David al monstruo.
El monstruo asintió con la cabeza, y David miró hacia abajo, pero al mirar no vio nada.
Después de este encuentro con el Monstruo del Río de la Desgracia, David comenzó a contarle a la gente de la aldea que el monstruo no era malo. Les contó su encuentro y les explicó que el monstruo solo estaba tratando de protegerlos. Los demás niños de la aldea comenzaron a sentir curiosidad y se aventuraron en el río, donde el monstruo los protegió y les enseñó a nadar con seguridad.
Desde entonces, el Monstruo del Río de la Desgracia dejó de ser un ser temido en la aldea y empezó a ser visto como un protector. La gente aprendió a respetar las aguas del río y a nadar de manera segura, lo que llevó a una vida más feliz y tranquila para todos en la aldea.
Al final, la leyenda del Monstruo del Río de la Desgracia no murió por completo, pero su historia se transformó en la de un monstruo que protegía a los niños de la aldea y cuidaba de ellos siempre que se adentraban en sus aguas. Y así David se convirtió en un héroe para todos los niños de la aldea, porque había aprendido la verdadera historia del Monstruo del Río de la Desgracia.