El Monstruo del Laberinto de las Sombras. Érase una vez, en un reino en el que las sombras eran tan oscuras que hacían temblar a cualquiera, existía un laberinto que se adentraba en lo más profundo del bosque. Había una leyenda en ese lugar, la cual hablaba de un monstruo devorador de personas que vivía en el laberinto, conocido como “El Monstruo del Laberinto de las Sombras”.
Los niños del reino tenían prohibido entrar al laberinto, ya que nadie había encontrado la manera de salir de él sin ser devorados por el monstruo. Sin embargo, una niña llamada Ana, que era muy valiente, decidió ignorar las advertencias y se aventuró en el laberinto un día en que estaba sola. Caminó sin rumbo por el laberinto, tratando de encontrar la salida, pero solo se adentraba cada vez más en las sombras y la oscuridad.
De repente, escuchó unos pasos detrás de ella. Ana se dio vuelta y no vio nada en la oscuridad, pero podía sentir que algo la acechaba. Empezó a correr en dirección contraria cuando se topó con una puerta que se abría lentamente. Temerosa, Ana decidió entrar y cerrarla detrás de ella.
Cuando comenzó a mirar su alrededor, Ana se dio cuenta de que había entrado en una pequeña sala, también rodeada de sombras oscuras. Había un gran montón de huesos en el suelo, y unas cadenas colgando de las paredes. Pero, lo que más la sorprendió, fue que en el medio de la sala se encontraba el Monstruo del Laberinto de las Sombras.
Ana intentó retroceder, pero ya era demasiado tarde, el monstruo ya había detectado su presencia. La boca del monstruo se abrió de par en par, revelando largos dientes afilados. Para la sorpresa de Ana, el monstruo habló con voz grave y profunda.
“¿Qué haces aquí, pequeña?”, dijo el monstruo.
“Trataba de encontrar la salida del laberinto”, respondió Ana haciendo su mejor intento por disimular su miedo.
“Nadie ha logrado salir del laberinto sin ser cazado por mí”, dijo el monstruo con voz fría y escalofriante.
“¿Podrías ayudarme a encontrar la salida?”, preguntó temerosa Ana.
El monstruo se quedó pensando durante un rato, y luego dijo: “Prométeme que no volverás a entrar nunca más en el laberinto, y te ayudaré a encontrar la salida.”
Ana no lo pensó dos veces, rápidamente prometió no volver a entrar en el laberinto. El monstruo la guió a través del laberinto hasta una entrada que Ana no había visto antes. El monstruo entonces se despidió y desapareció en las sombras. Ana, por fin libre del laberinto, miró hacia atrás y vio como la entrada desaparecía delante de ella.
Esa noche, Ana regresó a casa con una gran sorpresa. Había cumplido su promesa y logrado salir del laberinto, algo que nadie de su reino había conseguido aún. Nadie le creyó su historia, pero ella sabía la verdad. Nunca volvió a entrar en el laberinto, pero siempre recordaba su aventura con el Monstruo del Laberinto de las Sombras.
Con el tiempo, Ana se convirtió en una heroína en su reino, al contar su historia de cómo fue guiada por el monstruo y sobrevivió para contarlo. Y aunque todos los habitantes del reino hablaban del Monstruo del Laberinto de las Sombras, nunca más se aventuraron allí, sintiéndose seguros al saber que había al menos una manera de salir del laberinto.
Desde entonces el Monstruo del Laberinto de las Sombras ha vivido en su sótano oscuro y sombrío, siempre alerta a los aventureros que intentan encontrar una manera de salir del laberinto. Sin embargo, mantuvo su promesa y nunca ha vuelto a perseguir a nadie dentro del laberinto.
Y como todavía hay luces que parpadean en el bosque oscuro durante la noche, y como la entrada del laberinto aparece y desaparece mágicamente, las leyendas de la gente acerca del Monstruo del Laberinto de las Sombras siguen persistiendo en el tiempo. Pero nadie sabe si es verdad o no lo que ocurrió en el laberinto, aunque algunos dicen que, si uno mira muy de cerca, todavía es posible ver la sombra del Monstruo.
