El Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas

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El Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas
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El Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas. Érase una vez en un cementerio abandonado, existía una leyenda sobre un monstruo que se alimentaba de las almas perdidas. El Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas era temido por todos los habitantes de la zona, tanto grandes como pequeños.

Cuentan las leyendas que el monstruo había permanecido en el cementerio por siglos y que había satisfecho su hambre con las almas de las personas que habían sido enterradas allí. También se decía que el monstruo tenía la habilidad de transformarse en cualquier cosa que quisiera, y que atraía a sus víctimas con la promesa de cumplir sus deseos más profundos.

Un día, llegó al pueblo una niña llamada Sofía, quien venía a visitar a sus abuelos. La pequeña no tardó en escuchar sobre el Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas y aunque al principio tenía miedo, su curiosidad la llevó a investigar más sobre el tema.

Sofía decidió ir en busca de respuestas y se aventuró en el cementerio por la noche. A medida que se adentraba, cada vez se sentía más nerviosa. El silencio y la oscuridad le hacían sentir una extraña sensación, como si algo o alguien la estuviera observando.

De repente, Sofía escuchó un ruido extraño detrás de ella, era un crujido, como si alguien pisara las hojas secas del suelo. Al volverse para mirar, la niña se encontró con un ser gigantesco y terrorífico.

¡Era el Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas!

El monstruo le preguntó a Sofía qué hacía allí y ella, temblando de miedo, le explicó que solo quería conocer su historia. Para su sorpresa, el monstruo no la atacó, sino que comenzó a relatarle su triste historia.

El Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas le dijo a Sofía que en vida había sido un joven solitario que ansiaba tener amigos. Sin embargo, la gente del pueblo lo consideraba extraño y lo evitaba. Un día, un grupo de chicos lo emboscaron en el cementerio y lo golpearon hasta matarlo.

Desde entonces, su alma había quedado atascada en el cementerio y se había transformado en un monstruo sediento de venganza. Pero después de tanto tiempo, el Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas se había dado cuenta de que estaba mal y solamente buscaba la manera de escapar de su prisión.

Sofía sintió pena por el monstruo y le prometió que le ayudaría a encontrar la paz que tanto buscaba. Juntos decidieron que la mejor manera de lograrlo era mostrar al pueblo que él no era un monstruo peligroso, sino una víctima del rencor y la ignorancia.

Con el coraje que solo los niños poseen, Sofía convocó a todos los habitantes del pueblo y los llevó al cementerio de las almas perdidas. Allí, les mostró al monstruo y les contó su historia.

Después de escucharlo, los habitantes del pueblo sintieron empatía por el monstruo y pudieron ver más allá de su apariencia. Comprendieron que el monstruo solo quería ser aceptado y que no había nada de qué temer.

El monstruo, agradecido por la ayuda de Sofía, decidió partir hacia la luz. Y antes de desaparecer, le otorgó a la pequeña una bolsa llena de polvo de estrellas que podrían utilizarse para realizar cualquier deseo.

Sofía regresó a su casa con la bolsa llena de polvo de estrellas, contenta de haber hecho lo correcto y haber ayudado al monstruo. Y aunque nunca olvidó su encuentro con el Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas, al final siempre supo que el verdadero valor estaba detrás de la apariencia física de las personas.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Monstruo del Cementerio de las Almas Perdidas
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