El Monstruo del Castillo del Horror Eterno. Érase una vez en un castillo abandonado, en lo más profundo del bosque, vivía un monstruo aterrador llamado el Monstruo del Castillo del Horror Eterno. Nadie se atrevía a acercarse a sus muros, pues se decía que quien lo hiciera jamás volvería a salir.
Los lugareños contaban historias sobre el monstruo, diciendo que era tan feroz que podía devorar a un hombre de un solo bocado. Todos temían al Monstruo del Castillo del Horror Eterno, y preferían mantenerse alejados del castillo.
Pero un día, un pequeño niño llamado Juanito decidió que tenía que ver el castillo con sus propios ojos. Quizá no fuera tan malo como la gente decía, pensó. Así que, sin decir nada a sus padres, se aventuró en el bosque y llegó al castillo.
La vista era impresionante, pero Juanito no se detuvo para admirarla. Se acercó a las murallas del castillo y tocó la puerta. No hubo respuesta, pero Juanito decidió entrar de todos modos.
Cuando entró en el castillo, no había nadie por allí. Juanito miró a su alrededor, admirando la enorme sala con sus paredes altas y polvorientas. Pero de repente, oyó un ruido detrás de él y, al volver la cabeza, vio al Monstruo del Castillo del Horror Eterno, que se abalanzaba hacia él.
Juanito trató de correr, pero tropezó y cayó al suelo. El monstruo se acercó a él, y Juanito cerró los ojos temblando de miedo, esperando su destino. Pero entonces, el monstruo habló: «Joven, ¿qué haces aquí?»
Juanito abrió los ojos con asombro y vio al monstruo frente a él. Era muy temible, pero no lo atacaba. Juanito se levantó y, con voz temblorosa, respondió: «Quería ver el castillo y dentro de él».
El monstruo frunció el ceño y, después de un momento de vacilación, dijo: «Muy bien, pero debes prometer que no harás daño a nada ni a nadie en mi castillo».
Juanito asintió, y el monstruo lo llevó por un túnel oscuro hasta una gran sala, donde había un trono y una mesa con grandes banquetes. El monstruo invitó a Juanito a sentarse con él, y juntos disfrutaron de la comida. En medio de la cena Juanito se atrevió a preguntar, «¿Por qué no sales del castillo?»
El monstruo suspiró antes de responder, «No puedo salir del castillo, me temen demasiado los lugareños, y además, necesito mi comida, me es muy difícil conseguirla fuera de aquí.»
Juanito se sintió muy triste al escuchar esto y, de repente, tuvo una idea. «¿Qué tal si fuera a buscar la comida para ti?», preguntó. «No me temen a mí como te temen a ti. Podría conseguir lo que necesitas y llevártelo aquí, al castillo».
El sorprendido Monstruo del Castillo del Horror Eterno se quedó un momento en silencio antes de aceptar la propuesta. Y así fue como Juanito se convirtió en el amigo del monstruo, y cada día después de la escuela, iba al bosque a buscar comida para su nuevo amigo.
Los lugareños no podían creer lo que pasaba cuando comenzaron a ver a Juanito por ahí, llevando comida al castillo. Pero Juanito no tenía miedo, porque había descubierto que el Monstruo del Castillo del Horror Eterno no era realmente un monstruo, era solo un ser solitario y necesitado de atención y amistad.
Y así, el tiempo pasó y la gente comenzó a darse cuenta de que el Monstruo del Castillo del Horror Eterno no era un ser temible, sino un ser solitario y amable. De hecho, algunos incluso comenzaron a visitarlo y hacerle compañía.
Y Juanito aprendió que, a veces, lo que parece aterrador y peligroso, en realidad puede ser algo que solo necesita un poco de comprensión y cariño. Y ese fue el cuento de cómo un niño llamado Juanito hizo amigos con el Monstruo del Castillo del Horror Eterno.