El Monstruo del Bosque del Mal

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El Monstruo del Bosque del Mal
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El Monstruo del Bosque del Mal. Érase una vez un pequeño pueblo rodeado por un hermoso bosque. Los niños y niñas del pueblo jugaban en los límites del bosque, disfrutando de la naturaleza y explorando todos los rincones, pero siempre había una zona en la que nadie se aventuraba. Era conocida como el Bosque del Mal, y se decía que allí habitaba un monstruo temible que jamás permitía la entrada de ningún ser viviente. Los relatos eran muchos y variados, pero todos coincidían en que el monstruo del Bosque del Mal era cruel, peligroso y buscaba a quien devorar.

Un día, un grupo de niños decide adentrarse en el bosque y averiguar si verdaderamente existía el monstruo. La valentía les duró poco. Al llegar al lugar prohibido, los árboles parecían animarse y un viento frío se levantó. En la calma que siguió, los chicos escucharon un ruido que se acercaba. Aterrados, imaginaron lo peor y salieron corriendo de regreso al pueblo.

La noticia corrió como la pólvora entre los vecinos, espantando a los padres y provocando que prohibiesen a los niños y niñas explorar más allá del límite acordado. Pero en la cabeza de algunos pequeños había algo que no les dejaba tranquilos, una frustración por no poder completar la investigación sobre el monstruo del Bosque del Mal.

Una de las niñas del grupo, llamada Martina, era la más decidida a averiguar la verdad. Se preguntaba a menudo si era posible que algo malvado hubiera elegido el bosque como casa. Por mucho que intentasen disuadirla, Martina estaba convencida de que debía seguir adelante. Entonces, ideó un plan en el que ella misma se adentraría en el Bosque del Mal, pero contando con la ayuda de sus amigos y amigas para asegurarse de que regresara sana y salva.

Un par de noches después, mientras la familia dormía plácidamente en sus hogares, el grupo de niños se reunía en silencio para empezar la expedición. Martina, la más valiente y determinada de todos, lideraba el grupo y les daba las instrucciones; debían mantenerse unidos, buscar refugio seguro en caso de emergencia y mantener siempre la calma.

Al llegar al límite del bosque, Martina animó a sus compañeros y, sin pensarlo dos veces, se adentró en el Bosque del Mal. Al principio, el camino era fácil, pero conforme avanzaban, la oscuridad era cada vez mayor y los árboles parecían cerrarse sobre ellos como si quisieran atraparlos. De pronto, un ruido los detuvo en seco y escucharon un gruñido fuerte, que venía de detrás de ellos. El corazón de Martina latía más rápido que nunca, pero se armó de valor y ordenó a los suyos esconderse detrás de las rocas. En ese momento, un ser colosal, cubierto por una piel peluda y oscura, apareció de entre la nada. Era el Monstruo del Bosque del Mal.

Los niños y niñas no podían creer lo que veían, pero era cierto. El Monstruo del Bosque del Mal era real, y estaba allí, justo delante de ellos. Actuando con rapidez y de manera intuitiva, Martina se acercó al monstruo, extendió una mano y tocó su piel peluda. Descubrió que, aunque parecía temible y peligroso, el Monstruo del Bosque del Mal solo era un ser asustado y solitario. Entonces, le habló con cuidado y delicadeza, recordándole que los niños y niñas del pueblo siempre habían querido conocerle, pero que le tenían miedo y eso le hacía parecer malvado.

El Monstruo del Bosque del Mal pareció escuchar a Martina con atención, y poco a poco fue dejando de gruñir. Entonces, se sentó y miró a los niños desde arriba, permitiéndoles acercarse a él sin ningún peligro. Uno a uno, los niños fueron tocando su piel, y descubrieron que era suave y agradable. Parecía que el monstruo nunca había sido tal, sino simplemente un animal grande y extraño que necesitaba ser aceptado.

Martina llamó a los demás miembros de su grupo, y juntos hablaron con el Monstruo del Bosque del Mal durante horas. Le preguntaron por su vida, su hogar y su comida favorita. Descubrieron que, aunque parecía diferente, el monstruo era solo un ser más de la naturaleza y que merecía ser tratado con respeto y cariño.

La expedición había sido un éxito rotundo, que había demostrado que los prejuicios y las creencias infundadas podían llevar a malentendidos y a malos tratos. Los niños aprendieron que no debían juzgar a las personas o seres diferentes sin conocerlos. Y, aunque el Bosque del Mal seguía siendo considerado un sitio peligroso y prohibido, los niños y niñas de aquel pueblo no volverían a mirar el mundo del mismo modo. Porque habían descubierto que, detrás de las apariencias espantosas, a veces se esconden tesoros insospechados.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Monstruo del Bosque del Mal
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