El Monstruo de la Tormenta

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El Monstruo de la Tormenta
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El Monstruo de la Tormenta. Érase una vez un pequeño pueblo llamado Villa Tormenta. Este lugar estaba rodeado de montañas y colinas pero tenía algo en particular, cada vez que se acercaba una tormenta, un monstruo aparecía en la cima de la montaña. El Monstruo de la Tormenta, como lo llamaban los habitantes del pueblo, era una bestia enorme con pelaje oscuro, colmillos filosos como cuchillos y ojos rojos brillantes que parecían destellos de rayos en una noche de tormenta.

Los habitantes del pueblo tenían miedo de acercarse a la montaña, pues decían que el monstruo se alimentaba de los más pequeños y que su rugido era tan fuerte que hacía temblar las casas y los árboles. Todos los padres contaban la historia del Monstruo de la Tormenta a sus hijos para que estos se quedaran en casa durante una tormenta. Sin embargo, un niño llamado Diego, no creía en esas historias de miedo y un día decidió subir a la montaña en busca del monstruo.

Diego era un niño valiente y curioso, tenía nueve años y era el más pequeño de su familia. Un día, durante una tormenta, decidió subir hasta la cima de la montaña para encontrar al Monstruo de la Tormenta. Sus padres no se dieron cuenta de su partida hasta que ya estaba lejos, así que todos en Villa Tormenta empezaron a buscarlo. Lo buscaron por horas y horas sin éxito.

Mientras tanto, Diego había subido casi hasta la cima de la montaña, cuando de repente un trueno ensordecedor hizo que perdiera el equilibrio y cayera por un barranco. Cuando despertó estaba en una cueva oscura y fría, no podía ver bien y tenía mucho miedo. Pasaron unos minutos hasta que empezó a acostumbrarse a la oscuridad y vio dos ojos rojos que lo observaban fijamente.

Era el Monstruo de la Tormenta. Diego sintió mucho miedo, pero en lugar de intentar correr o gritar, decidió acercarse y hablar con la bestia. El monstruo, sorprendido por la valentía del niño, se quedó quieto y lo dejó acercarse. Diego le preguntó al monstruo por qué asustaba a la gente en la tormenta, y la bestia le respondió con una voz grave y ronca:

«Yo no asusto a la gente, solo subo a la montaña para ayudarlos. En la tormenta, las personas se sienten angustiadas y tristes, y yo subo a la cima para hacer que la tormenta se vaya más rápido, para que la luz del sol vuelva a brillar y así puedan ser felices de nuevo».

Diego se sorprendió por la respuesta del monstruo, ya que nadie en el pueblo había pensado jamás que el Monstruo de la Tormenta podía ser una criatura bondadosa. Le preguntó si podían bajar juntos de la montaña y el monstruo, accedió de inmediato. Juntos, hallaron la salida de la cueva y comenzaron a caminar por la montaña. Todo parecía más tranquilo, más relajado, aunque de vez en cuando la tormenta sonaba con mucha fuerza. Al llegar al pueblo, todos estaban tan felices de ver a Diego que lo abrazaron y besaron llenos de agradecimiento.

Diego contó entonces que el Monstruo de la Tormenta no era el causante del miedo, sino que era un símbolo que ayudaba a los habitantes del pueblo a manejar el estrés de las tormentas. A partir de ahí, la gente se sintió más segura y confiada para enfrentar las tormentas, sabiendo que el monstruo estaba allí para ayudar.

Desde entonces, cada vez que llegaba una tormenta, la gente del pueblo se reunía en la plaza, contaban historias de miedo y esperaban la aparición del Monstruo de la Tormenta en la cima de la montaña, para saber que la oscuridad de la tormenta pasaría pronto.

Diego se convirtió en un héroe en su pueblo y desde entonces, cada vez que llovía, él y el Monstruo de la Tormenta subían juntos a la montaña, para recordar que, aun en la oscuridad de la tormenta, siempre habrá luz después de ella.

Y así, terminó esta historia de magia, amistad y aprendizaje, de un pueblo que aprendió incluso a amar algo que, en principio, los asustaba y generaba mucho miedo. Pero finalmente se volvió memorable y grato, incluso para los más pequeños de Villa Tormenta.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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