El Monstruo de la Montaña Encantada

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El Monstruo de la Montaña Encantada
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El Monstruo de la Montaña Encantada. Érase una vez en un pequeño pueblo de montaña, en lo alto de un imponente pico, vivía un gran monstruo que causaba terror en toda la región. Los habitantes del lugar lo llamaban «El Monstruo de la Montaña Encantada».

La gente del pueblo decía que el monstruo se escondía en lo más alto de la cima, en una cueva oscura y húmeda donde nadie se había aventurado a entrar. El monstruo era descrito como una criatura enorme, con piel escamosa y ojos rojos como rubíes. El temor de los habitantes era tan grande que muchos ni se atrevían a acercarse a la montaña.

A pesar del miedo que infundía el monstruo, un niño llamado Pedro era el único que no sentía temor. Pedro había nacido en el pueblo y siempre había vivido con la leyenda del Monstruo de la Montaña. Pero él era valiente y quería descubrir si esa criatura era realmente tan terrible como decían.

Pedro no le tenía miedo al misterioso monstruo, pero sabía que no podría enfrentarlo solo. Por eso, pensó en formar un equipo de valientes, y convocó a todos los niños curiosos del pueblo para vencer a la criatura.

Juntos planearon su estrategia, construyeron armas y trampas para el monstruo. La noche anterior a la expedición, Pedro soñó con el monstruo y un sollozo de miedo escapó de su boca. Temía que sus amigos se lastimaran, temía todo el plan fallara y que el pueblo se alejara de ellos.

Pero, sabía en su corazón que la misión no era solo para él, sino para su pueblo completo. Si ellos lograban matar al terrible monstruo, todos vivirían en paz, sin el miedo que solía estar presente en su día a día.

Al amanecer, después de haber preparado todo, los niños emprendieron la ascensión de la montaña. Cuando llegaron a la cima, se dieron cuenta de que la cueva era aún más oscurecedora en la realidad de lo que sus imaginaciones lo habían descrito.

Había una puerta rocosa delante de ellos, y necesitaban abrirla para ver al Monstruo de la Montaña Encantada.

A pesar del miedo que les causaba la situación, las manos de Pedro temblorosas, los niños miraron hacia el cielo decididos. Entonces, Pedro se armó de valor y decidió abrir la puerta.

Cuando salió el monstruo, se dieron cuenta que eran mucho más grandes de lo que habían imaginado. Sus ojos amarillos estaban clavados en el grupo de niños. Parecía tan real que todos retrocedieron con miedo.

Pero Pedro sabía qué hacer. Tomó su coraje y avanzó hacia la criatura, apuntándole con una lanza que había construido con ramas y una piedrecita filosa.

– Tenemos que luchar contra el monstruo. Podemos vencerlo juntos -dijo Pedro.

Sus amigos retrocedieron, pero una vez más Pedro continuó adelante. El monstruo avanzó hacia él, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, Pedro saltó y atacó con su lanza.

Fue una tremenda batalla. Hubo gritos y estocadas. Los niños lucharon valientemente para matar al monstruo, pero fugazmente se dieron cuenta que no era necesario matarlo.

El monstruo no era realmente malo, sino más bien solitario y asustado. Tras apuñalarlo, Pedro y los demás pudieron ver sus ojos como tristes y solitarios. Al principio se habían sentido engañados, pero la mirada del Monstruo les hizo entender que lo que habían sentido era empatía.

De repente, el monstruo reveló que se había sentido completamente solo y con un gran dolor en su corazón de no encontrar nunca alguien con quien hablar, alguien que viese más allá de su facha aterradora. Y Pedro le ofreció ser su primer amigo.

Con el tiempo, el monstruo se convirtió en el mejor amigo de Pedro y de todos los de aquel pueblo. La historia del Monstruo de la Montaña Encantada se convirtió en un hermoso cuento para ser contado por años, pero ahora con una moraleja de amistad y empatía.

Y así termina esta historia, demostrando que los monstruos pueden a veces tener un corazón bondadoso. Solo necesitan a alguien que les muestre el camino y los ayude a sacar los miedos que habitan en ellos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Monstruo de la Montaña Encantada
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