El Monstruo de la Cueva del Diablo

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El Monstruo de la Cueva del Diablo
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El Monstruo de la Cueva del Diablo. Érase una vez, en una pequeña aldea en las montañas, vivía una comunidad de personas felices y tranquilas. Sin embargo, siempre había una leyenda que flotaba en el aire que les hacía temblar de miedo: el Monstruo de la Cueva del Diablo.

La cueva era oscura, profunda y misteriosa. Se decía que allí vivía un monstruo espantoso que salía en las noches de luna llena a devorar a quien se cruzara en su camino. Cada vez que alguien se acercaba a la cueva, la brisa se enfría y los pájaros dejaban de cantar, advirtiendo a los habitantes del peligro que estaba por venir.

Los niños de la aldea, curiosos por naturaleza, se acercaban a las afueras de la cueva, mientras sus abuelos les decían que no se acercaran nunca a ella, pues el monstruo podría salir en cualquier momento. Sin embargo, un grupo de amigos decidió que debían hacer algo para desvanecer la leyenda.

Un día, después de la escuela, los niños decidieron ir a investigar la cueva. Con valentía se adentraron en ella y después de un rato caminando y con las linternas de sus teléfonos móviles iluminando el camino, encontraron una gran sala vacía y oscura en el centro de la cueva.

De repente, empezaron a sentir ruidos extraños, como si algo se estuviera moviendo en las sombras. Todos empezaron a temblar de miedo, aunque no se atrevían a decirlo en voz alta. Fue entonces cuando un monstruo enorme, peludo y con dientes grandes apareció ante sus ojos.

Los niños saltaron hacia atrás, gritando de miedo. El monstruo abrió su gran boca, mostrando sus dientes afilados, y luego cerró los ojos y se fue. Los niños no podían creer lo que acababan de ver, aunque se alegraron de que el monstruo no los hubiera devorado.

Luego de un rato, los niños se dieron cuenta de que algo andaba mal. De repente, el piso tembló y una serie de murmullos extraños los hizo temblar de miedo. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que el monstruo había regresado.

El monstruo se sentó en el centro de la cueva y comenzó a hablar con los niños. Les dijo que no era lo que todos pensaban y que deseaba su ayuda para encontrar una nueva cueva, pues la antigua estaba haciéndose pequeña, y él no quería molestar a los humanos.

Los niños, sorprendidos por sus palabras, comenzaron a pensar en una solución para ayudar al monstruo. Decidieron pensar en ello y regresar al día siguiente.

De regreso a casa, los niños se reunieron con sus abuelos y les contaron lo sucedido. Al principio, los adultos se negaron a creer en la historia de los niños, pero luego pensaron que si todos trabajaban juntos, tal vez podrían encontrar una solución.

Un niño llamado Marcos había oído hablar de una cueva deshabitada en las montañas cercanas y pensó que tal vez ahí podrían llevar al monstruo. ¡Era perfecta! La cueva era grande, seca y estaba a la espera de alguien que la habitara.

Esa noche, los niños regresaron a la cueva del monstruo para ofrecerle la solución. El monstruo aceptó la oferta y, agradecido, prometió no molestar más a los humanos. Con su gran y fuerte espalda, el monstruo se cargó de todas sus pertenencias y así caminó hacia la distancia.

El monstruo de la Cueva del Diablo no volvió a aparecer por la aldea, pero nunca se olvidará de ese grupo de niños valientes que lo ayudaron. Los niños se ganaron el respeto de todo el pueblo y siempre serán recordados por haber detenido la leyenda del monstruo de la cueva del diablo. A partir de ese momento, la comunidad de la pequeña aldea vivió en paz y tranquilidad, sin más rumores ni leyendas espeluznantes.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Monstruo de la Cueva del Diablo
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