El misterio del fantasma de la antigua mina de oro. Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, donde había una antigua mina de oro. Se decía que en la mina se encontraban grandes tesoros, pero nadie se atrevía a explorarla porque se decía que estaba maldita.
Un día, la familia Hernández llegó al pueblo. Eran una familia de cuatro integrantes: el papá, la mamá, Lily, una niña de 9 años y Tomás, un niño de 7 años. La familia decidió quedarse en una pequeña casa en las afueras del pueblo.
Lily y Tomás eran curiosos y aventureros, y al conocer la historia de la mina de oro, decidieron explorarla en secreto. Un día, después de la escuela, salieron en busca de aventuras. Con un mapa que habían encontrado en la biblioteca del pueblo, se aventuraron hacia la mina.
Al llegar a la entrada de la mina, encontraron una puerta de madera. Con mucha dificultad lograron abrir la puerta y entraron en la mina.
El aire era frío y húmedo, y la linterna que llevaban apenas iluminaba su camino. De repente, oyeron un ruido extraño y las luces de la linterna empezaron a parpadear. Lily y Tomás se asustaron, pero decidieron continuar.
Mientras caminaban por la mina, oyeron murmullos y pasos. Sin embargo, no había nadie más allí. Eso sí, pudieron ver que las paredes estaban cubiertas de dibujos extraños en las rocas.
De repente, se encontraron con una habitación oscura y llena de polvo. En el centro de la habitación, había un gran cofre viejo de madera. Lily y Tomás se emocionaron mucho al verlo.
Sin embargo, los murmullos se hicieron más fuertes y los pasos más rápidos. Aterrados, los niños recordaron la historia de la mina maldita y se dieron cuenta de que estaban en peligro. Entonces, corrieron hacia la salida.
Una vez fuera de la mina, los niños regresaron a su casa. Pero algo extraño ocurrió: cada noche, a las doce en punto, se oían ruidos extraños y aterradores. Los niños no podían dormir y sus padres no sabían qué hacer para calmarlos.
Entonces, un día, decidieron contarle su aventura a Horacio, el dueño de la única tienda del pueblo. Horacio era un anciano amable y sabio que sabía muchas historias sobre la mina de oro.
Horacio se alarmó mucho cuando escuchó la historia de los niños. Les advirtió que la mina podía estar maldita y que a veces las riquezas del pasado no debían perturbarse.
A pesar de la advertencia, Lily y Tomás querían desentrañar el misterio que envolvía a la mina. Entonces, Horacio les contó otra historia de la mina, la historia de un fantasma que protegía el tesoro enterrado en la mina.
El fantasma era un antiguo minero que había muerto a causa de un accidente en la mina. Se decía que su espíritu merodeaba por la mina de oro para evitar que nadie lo saque.
Los niños no sabían qué hacer. Querían resolver el misterio, pero no sabían cómo hacerlo sin provocar al fantasma. Horacio les dio una idea: buscar un libro de hechizos antiguo para encontrar un hechizo que pudiese ayudarlos.
Así que, Lily y Tomás se embarcaron en la búsqueda del libro. Lo encontraron en la biblioteca del pueblo, y descubrieron que en él había un hechizo mágico que podía calmar a los fantasmas.
Lily y Tomás invitaron a Horacio a su casa esa noche, y juntos leyeron el hechizo. Al terminar, los ruidos misteriosos cesaron y ya no volvieron a escuchar nada de la mina.
Los niños habían resuelto el misterio del fantasma de la antigua mina de oro. Sin embargo, nunca se aventuraron a explorarla de nuevo y respetaron el espíritu del minero muerto.
Desde entonces, Lily y Tomás se convirtieron en leyendas del pueblo. La gente los llamaba ‘los aventureros valientes’ y todos se sintieron tranquilos al escuchar que la mina ya no estaba maldita. Aunque, ¡hay muchos que piensan que hay tesoros esperando a ser encontrados algún día!