El misterio de Halloween. Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Calabazaville, donde todos los años se celebraba el gran festival de Halloween. Los niños y niñas del pueblo se disfrazaban de zombies, brujas y vampiros para salir a pedir golosinas y jugar bromas en las casas.
Pero este año, algo extraño estaba sucediendo en el pueblo. Los residentes notaron que algunas de las calabazas talladas en las puertas de las casas habían desaparecido. Los niños se preocuparon y se preguntaron quién podría haberse llevado esas calabazas. Todos se habían esforzado tanto para tallarlas y decorarlas.
Fue entonces que un grupo de amigos, Tomás, Juanita y Elsa, decidieron investigar este misterioso caso. Se vistieron con sus disfraces y se prepararon para comenzar la búsqueda.
Primero, visitaron a la señora Chepina, quien siempre ponía su calabaza en la entrada de su casa. Pero la señora Chepina les dijo que no sabía nada sobre el robo. Luego, fueron a hablar con el señor Malaquías, quien también tenía una calabaza en su puerta, pero tampoco sabía lo que había sucedido.
Así que los amigos decidieron buscar pistas en todo el pueblo. Recorrieron las calles y hablaron con todos los vecinos que encontraron. La mayoría de ellos no habían notado nada extraño, pero la señora Rosa les dijo que había visto a un extraño hombre con una capa negra caminando por el pueblo la noche anterior. ¡Era una pista muy importante!
La siguiente noche, los amigos decidieron vigilar el pueblo desde el parque. Estaban ansiosos por ver si el hombre con la capa negra aparecería. Pasó algún tiempo, cuando de repente, escucharon un fuerte ruido en la esquina de la calle. ¡Corrieron hacia allí y descubrieron al misterioso hombre tratando de llevarse otra calabaza! Rápidamente lo agarraron y quitaron su capa. ¡Era el señor Esteban, el dueño de la tienda de antigüedades del pueblo! ¡No podían creerlo!
Le preguntaron por qué estaba robando las calabazas, y él explicó que las necesitaba para su experimento científico. Había creado una poción para hacer crecer grandes calabazas para la próxima Feria de la Calabaza, y necesitaba las semillas de las calabazas del festival de Halloween para completar su investigación.
Los amigos entendieron su explicación, pero le dijeron que debería haber pedido permiso a los residentes del pueblo antes de tomar sus calabazas. El señor Esteban se disculpó y se comprometió a devolver todas las calabazas que había tomado.
Los niños y niñas del pueblo estaban muy contentos al ver que todas las calabazas habían vuelto a sus lugares. El festival de Halloween estaba a salvo y todos podían disfrutarlo con sus calabazas talladas. El señor Esteban incluso ofreció a los niños y niñas del pueblo una demostración de su experimento en la Feria de la Calabaza del próximo año.
Así que, aunque hubo un pequeño misterio para resolver este Halloween, los amigos lograron solucionarlo y aseguraron que el festival fuera un éxito. Y todos aprendieron una lección importante sobre preguntar antes de tomar algo que no les pertenece.



