El Lobo en el País de los Deseos

Tiempo de lectura: 6 minutos

El Lobo en el País de los Deseos
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El Lobo en el País de los Deseos. Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de un extenso bosque, vivía una niña llamada Ana. Desde muy pequeña había sido criada por su abuela, pues sus padres habían muerto cuando ella era aún muy joven. Pero a pesar de la ausencia de sus padres, Ana nunca se sintió sola, ya que su abuela siempre estuvo ahí para ella.

Un día, mientras caminaba por el bosque recogiendo frutas para su abuela, Ana se topó con un extraño animal de cuatro patas que nunca antes había visto. Era un lobo. Ana se asustó al principio, pero el lobo no parecía querer hacerle daño, así que decidió acercarse a él. El lobo sonrió con sus grandes dientes y habló con una voz suave y grave.

“Hola, niña. ¿Qué haces aquí sola en el bosque?” preguntó el lobo.

Ana se sorprendió al escuchar al lobo hablar, pero pronto perdió el miedo y le contó lo que estaba haciendo.

“Estoy buscando frutas para mi abuela. ¿Quieres acompañarme?” ofreció Ana.

El lobo aceptó y juntos recogieron una gran cantidad de frutas y bayas. Al terminar, Ana se despidió del lobo y regresó a casa. Pero cada vez que salía al bosque, se encontraba con el lobo y pronto se convirtieron en buenos amigos.

Un día, Ana estaba triste porque su abuela estaba muy enferma y no parecía mejorar. El lobo se dio cuenta y le preguntó qué pasaba.

“Mi abuela está muy enferma y parece que no se va a recuperar. No sé qué hacer”, dijo Ana, con lágrimas en los ojos.

El lobo se acercó a Ana y le dijo en voz baja: “Escucha, Ana. Yo conozco un lugar especial en el bosque donde los deseos se hacen realidad. Podríamos ir a pedir la curación de tu abuela”.

Ana se emocionó al escuchar esto y juntos se pusieron en camino hacia el lugar mágico en el bosque. Después de una larga caminata, llegaron a un pequeño lago rodeado por árboles luminosos. El lobo le indicó a Ana que debía tirar una moneda al lago y hacer un deseo. Ana no lo dudó ni un instante y arrojó la moneda, pidiendo la curación de su abuela.

De repente, el agua del lago comenzó a brillar y una luz cegadora envolvió el lugar. Cuando la luz desapareció, Ana y el lobo se encontraron en el lugar donde habían hecho su deseo. Ana estaba sorprendida al ver que su abuela estaba parada delante de ella, completamente sana y feliz. Le dio un fuerte abrazo a su abuela y le preguntó cómo había sucedido.

“En realidad, Ana, mi curación fue gracias a ti”, dijo la abuela sonriendo. “Tú me diste fortaleza y esperanza, y eso me ayudó a recuperarme”.

Ana abrazó a su abuela con más fuerza y agradeció al lobo por llevarla al lugar donde se cumplen los deseos. Desde ese día, Ana y el lobo siguieron yendo al lugar del bosque de los deseos y ayudando a las personas que necesitaban algo especial en sus vidas.

Un día, mientras caminaban por el bosque, Ana y el lobo se encontraron con un anciano que parecía muy triste. Ana se acercó a él y le preguntó qué le sucedía.

“Mi esposa acaba de morir y quiero decirle adiós de nuevo”, dijo el anciano con voz temblorosa.

Ana y el lobo lo llevaron al lugar mágico del bosque y el anciano arrojó su moneda al lago y pidió poder ver a su esposa una vez más. De repente, una luz brilló desde el lago y los árboles comenzaron a temblar. Cuando todo se calmó, el anciano estaba en brazos de su esposa, mirándola a los ojos amorosamente.

Ana y el lobo estaban felices de haber ayudado a ese hombre a despedirse de su amor. Y así continuaron con su misión de ayudar a la gente a cumplir sus deseos.

Pero un día, cuando iban camino al bosque de los deseos, Ana se encontró con su abuela y la vio colapsar. Se dio cuenta de que su abuela había llegado al final de su vida.

Ana intentó llegar a tiempo para despedirse de ella, pero fue demasiado tarde. Se sintió muy triste y sola por primera vez en su vida. El lobo sintió su dolor y la abrazó con cariño. “No estás sola, Ana. Siempre estaré aquí para ti”, le prometió.

Esa noche, Ana se durmió en los brazos del lobo bajo un árbol en medio del bosque. Cuando despertó, se sorprendió al encontrarse en un lugar diferente. Era un hermoso prado lleno de flores y árboles verdes, y en el centro había una gran casa blanca.

Ana se acercó a la casa y golpeó la puerta. Al instante, la puerta se abrió y ella descubrió que del otro lado estaba su abuela.

“Abuela, ¿estás viva?” preguntó Ana, sin poder creer lo que veían sus ojos.

“Sí, mi niña, estoy aquí contigo”, dijo la abuela sonriendo.

Ana se abrazó a ella con fuerza y lloró lágrimas de felicidad. El lobo apareció detrás de ellas y sonrió de alegría al ver a Ana tan feliz.

“¿Dónde estamos?” preguntó Ana, confundida.

Estamos en el hogar de los deseos, donde los sueños se hacen realidad”, respondió su abuela.

Ana, su abuela y el lobo vivieron felices para siempre en ese lugar mágico, donde todos sus deseos se hacían realidad. Ana se dio cuenta de que, a pesar de la muerte de su abuela, nunca estuvo sola y siempre había alguien esperando para ayudarla. Y a partir de ese día, siempre que alguien necesitaba un poco de magia en su vida, Ana y el lobo estaban ahí para cumplir sus deseos.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
El Lobo en el País de los Deseos
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