El Gran Robo de Queso en la Casa de los Ratones. Érase una vez en la casita de los ratones, un gran robo de queso había sido cometido durante la noche. Todos los ratoncitos estaban muy asustados, porque no sabían quién había sido el ladrón que se había llevado su preciado tesoro.
Los ratoncitos decidieron entonces, que tenían que hacer algo para descubrir al ladrón y recuperar su queso. Así que, todos juntos, pidieron ayuda al sabio búho de la zona.
El sabio búho les escuchó atentamente y les dijo que él sabía exactamente lo que tenían que hacer. Les dijo que todos los ratoncitos necesitaban investigar y buscar pistas en toda la casa.
Y así, empezó la gran búsqueda. Los ratones habían encontrado algunas pistas en la cocina, dónde se había estado almacenando el queso. Habían encontrado huellas frescas que conducían hacia la sala de estar, pero no había ningún rastro del ladrón.
De repente, uno de los ratones encontró una pieza de papel en el suelo, debajo de una mesa. Todos los ratoncitos corrieron hacia el papel y lo recogieron rápidamente. Parecía ser una nota escrita por el ladrón.
La nota decía: “Yo, el gran ratón, he robado todo el queso. No volverán a verlo nunca más.”
Los ratones quedaron horrorizados al leer la nota, y se dieron cuenta de que tenían que tomar medidas para recuperar su queso lo antes posible. Fue entonces cuando uno de los ratones sugirió una idea: podrían tenderle una trampa al ladrón.
Decidieron colocar alrededor de la casa algunos pedazos de queso, para que el ladrón pensara que todavía había más queso disponible. Y así fue cómo, la noche siguiente, los ratones se escondieron detrás de un estante en la cocina, esperando a que el ladrón apareciera.
Después de un rato, escucharon un ruido en la cocina. Miraron por la esquina del mueble y vieron que el ladrón estaba allí delante de ellos, comiendo el queso.
Los ratoncitos rápidamente se lanzaron sobre él, pero el gran ratón era astuto y rápido. Saltó fuera de su alcance, corriendo hacia el salón. Los ratones lo persiguieron y finalmente lo rodearon. Entonces el líder de los ratones habló con el gran ratón:
– ¿Por qué has robado nuestro queso? -preguntó el líder de los ratones.
El Gran Ratón respondió con tristeza:
– Lo siento mucho, mis amigos. No tenía nada de comer en mi casa, así que no sabía qué hacer. Pero sé que estaba mal robar vuestro queso, y lo lamentaré siempre.
Los ratones le perdonaron y lo invitaron a su casa siempre que tuviera hambre. El Gran Ratón estaba muy agradecido, y prometió nunca más volver a robar. Los ratones y el Gran Ratón se convirtieron en amigos inseparables.
Así, el Gran Robo de Queso en la casa de los ratones llegó a su fin, y todos aprendieron una valiosa lección de solidaridad y compartición. Los ratones también aprendieron que siempre debe haber algo de reservas para ayudar a aquellos que lo necesitan. Y así, la casa de los ratones volvió a ser un lugar feliz y tranquilo para todos.